
Roberto Bouzas expone en Diputados. Foto: @AliciaBesada
“Para la Argentina es mejor un régimen de reglas, aunque esté desbalanceado, que uno sin reglas. Para nosotros es central recuperar la retórica del multilateralismo”, señaló Roberto Bouzas, investigador del Conicet y director académico de la Maestría en Política y Economía Internacionales de la Universidad de San Andrés.
Bouzas disertó en la Cámara de Diputados invitado por la diputada saliente Alicia Besada (PRO-Ciudad de Buenos Aires) y por su compañera de bancada Cornelia Schmidt Liermann, sobre “La cumbre de la OMC en Buenos Aires: agenda y desafíos para la Argentina”.
“Tenemos que insertarnos en el mundo para desarrollarnos. Tiene que ser a partir de una política de consensos, conformada con la oposición, y tiene que persistir en la política exterior para cuando ya no seamos gobierno”, manifestó durante la introducción Schmidt Liermann.
Contexto de la 11° Ministerial
Para Bouzas, “la ministerial difícilmente arrojará resultados sustantivos. Hay bloqueos que paralizaron funciones de la OMC los últimos 16 años. Y ninguno de estos bloqueos va a cambiar durante esta reunión”.
El académico recordó que el propósito del GATT (un acuerdo provisorio sobre tarifas y aranceles, de la década del 40, que dio origen en 1994 a la OMC) fue “evitar retrocesos en los procesos de liberalización a los que los países se habían comprometido”. “Es decir, evitar guerras comerciales”, agregó.
La OMC funciona sobre la base del “consenso” en la toma de decisiones, sobre las que cada país miembro tiene poder de veto.
“La OMC tiene 4 funciones: administrar los acuerdos existentes (sobre comercio de bienes, de servicios, de propiedad intelectual), constituir un foro de negociación en rondas sucesivas, revisar las políticas comerciales de los países y gestionar el mecanismo de solución de controversias entre los miembros”, explicó Bouzas.
“No hay otro organismo internacional con capacidad y recursos para resolver conflictos como el que tiene la OMC”, advirtió.
Crisis e ineficacia
La OMC se reúne en conferencias ministeriales cada dos años. Por primera vez llega a América del Sur, y lo hace bajo un manto de sospecha de ineficiencia y crisis.
“Está en crisis su función de proveer un foro de negociación. Pero es muy eficiente en las otras 3 funciones”, amplió.
Bouzas recordó que la OMC nació en un momento “de gran entusiasmo con la globalización”, pero luego se cristalizó la idea “de que la negociación fue desbalanceada y que respondió más a la agenda de los países desarrollados”.
Se llegó así en 2001 a la decisión de “iniciar la primera ronda de negociaciones bajo el paraguas de la OMC, con el nombre de Ronda del Desarrollo”, justamente para atender la demanda de los países en desarrollo por más y mejor acceso a mercados.
“Es una ronda que lleva 16 sin concluirse, sin ningún acuerdo sustantivo”, subrayó el profesor.
Doha se propuso varias áreas de negociación: servicios, propiedad intelectual, bienes, tratamiento a las inversiones, compras gubernamentales, políticas de competencia y facilitación del comercio.
“Se hizo todo bajo el principio del single undertaking, o “todo único”, es decir que nada está acordado hasta todo no esté acordado por consenso: se cerró la puerta a acuerdos parciales”, agregó.
Ambición
El objetivo de Doha demostró ser “muy ambicioso” para compensar los desequilibrios de la Ronda de Uruguay. Además, agregó nuevos temas. Y los países en desarrollo argumentan “hasta que no cerremos lo que está pendiente, no abrimos la agenda: este es uno de los bloqueos centrales que persisten”.
Bouzas recordó que en Uruguay, en 1994, la flamante OMC se dio 5 años para iniciar “una nueva ronda en agricultura”.
“Esto nunca se hizo, y es el reclamo de muchos países antes de tratar temas como la regulación de políticas de competencia”, afirmó el especialista.
Tras 12 años de fracasos multilaterales, en 2013, se llegó a un primer gran resultado: el acuerdo de facilitación del comercio (AFC) por el que los países asumen unilateralmente la simplificación de los procesos de intercambio de bienes.
Bloqueo
“¿Qué tan vigente está el mandato de 2001? Hay países que sostienen que aquella agenda es del siglo pasado, que hay que tratar nuevos temas. Otros se plantan en los temas no resueltos”, destacó.
El principio del “todo único” es un gran bloqueo al avance en las negociaciones. También está bajo cuestionamiento el sistema de toma de decisiones (por consenso), y la urgencia de nuevos temas (comercio electrónico) enfrentada a la necesidad del mundo en desarrollo por resolver asimetrías históricas.
Uno de los problemas más graves es que Donald Trump y Estados Unidos está bloqueando la designación de los nuevos jueces para el organismo de solución de controversias, herramienta clave para la defensa comercial.
“Este veto lleva a que uno de los mejores mecanismos de la OMC entre en crisis y no funcione”, advirtió Bouzas.
¿Qué se discutirá entonces en Buenos Aires? “Puede haber algún acuerdo en subsidios a la pesca, que es importante pero menor en el paquete, algún acuerdo sobre apoyos interno a la agricultura y otro acuerdo relativo a transparencia en materia de inversiones”, explicó.
“Son todas cosas menores, pero es importante tener algún resultado. El bloqueo de fondo no se va a resolver en Buenos Aires”, sentenció.
No obstante, el investigador concluyó: “Las organizaciones internacionales no desaparecen. No preveo un colapso en Buenos Aires, ni de la OMC en un plazo razonable. Sí un chapoteo en el barro por un tiempo”.