La Argentina se divide entre asombrados, preocupados y exultantes por los resultados preliminares a Presidente que arrojó las PASO.
Ahora es tiempo de desglosar propuestas y, en el caso de Javier Milei, por tratarse del único candidato sin experiencia ejecutiva o menos conocido por el círculo rojo, urge conocer a fondo qué pretende instrumentar. En nuestro caso, en materia de comercio exterior.
Uno de sus principales puntos es la apertura comercial a la chilena, país que cuenta con un arancel consolidado del 6%, lo que lo convierte en una de las economías más abiertas de la región.
Para uno de los máximos referentes del comercio exterior del país, Marcelo Elizondo, “los aperturistas ultraliberales concentran demasiada energía en la agenda propia y no en los acuerdos con terceros mercados”.
La importancia de la reciprocidad
En este sentido, la “apertura a la chilena” es una interpretación de que Chile “se abrió unilateralmente, o sea, que bajó el arancel unilateralmente sin esperar reciprocidad. Es en parte verdad, pero lo cierto es que Chile firmó 18 tratados libres de comercio con el 80% de los países del mundo”.
El punto es importante en tanto recuerda una esencia o premisa básica del comercio exterior: es una autopista en dos sentidos, donde para poder contar con preferencias de acceso comerciales en un mercado, y así aumentar las exportaciones, la reciprocidad no sólo es deseable sino esperable. Claro que, antes de pedirle a un mercado que se abra a nuestras exportaciones, la Argentina debería empezar por hacer sus deberes, y “liberar” a las exportaciones de sus impuestos, mal llamados retenciones.
“Eliminar las retenciones está bien”, dijo Elizondo, tras agregar que “apenas una decena de países aplican impuestos a las exportaciones y, salvo Rusia, son todos insignificantes, por lo que está claro que es distorsivo”.
El consenso respecto de la eliminación de los derechos de exportación abarca tanto a los productores y empresarios que los pagan como al perfil político que entiende que el comercio exterior es un vector excluyente del desarrollo económico del país. Pero en los últimos 20 años, la recaudación que generaron los derechos de exportación sostuvo políticas de gobierno de apoyo y subsidios que pocos se animaron a desmantelar por completo.
Problemas formales
Milei avanza en algo más crítico aun, como la eliminación de los impuertso a la importación. Allí, el director de la consultora DNI – Desarrollo de Negocios Internacionales, subrayó que el punto nos enfrenta “a un problema formal, porque la política en ese sentido es Mercosuriana: o sea, o lo acordamos (bajar los impuestos) con el Mercosur o rompemos con el bloque”.
Tras advertir que el cantidadto de La Libertad Avanza tiene un perfil “anti Mercosur”, Elizondo advirtió que “a esta altura, reducir los derechos de importación a mí me parece una buena decisión: el mundo redujo el arancel promedio de 15% hace 30 años a menos de 5% hoy, y los países desarrollados tienen un arancel promedio bajísimo de entre 3 y 4 por ciento, porque tienen mucho en cero y algún arancel específico por determinados factores”.
Elizondo manifestó que “la Argentina necesita tecnología e innovación, y favorecer la vinculación de las empresas con socios y proveedores del exterior. Ahí (en la reducción de aranceles) creo que hay un acierto en términos ideológicos”. El único matiz que agrega: el tiempo de implementación y la necesidad de “cierto gradualismo” porque “si bajás aranceles con una macroeconomía desordenada, haces una carnicería”.