El Banco Mundial destacó las “oportunidades” que tiene la Argentina si encara reformas complejas en su agenda de inserción internacional y políticas de mejora de la competencia.

Apoyamos completamente la política gradual de transición y reformas que lleva adelante la Argentina”, señaló Jesko Hentschel, director del Banco Mundial para la Argentina, Paraguay y Uruguay.

La institución cuantificó cómo impactarían determinadas reformas en la productividad y el empleo de sectores económicos específicos, tras un pedido del Ministerio de Producción.


Los resultados del relevamiento se presentaron días atrás en la Cámara Argentina de Comercio y Servicios bajo el título “Fortaleciendo la integración de la Argentina en la economía global: propuestas de política para comercio, inversión y competencia”.

“Es importante tener anclas analíticas profundas para la toma de decisiones en algo fundamental como la integración con el mundo”, indicó el ministro Francisco Cabrera en el acto.

Los detalles del informe fueron presentados por José Guilherme Reis, gerente de Práctica Global de Comercio y Competitividad del Banco Mundial. Luego, en un panel moderado por Florencia Carbone, editora de Trade News, analizaron las conclusiones el secretario de Comercio, Miguel Braun; el economista jefe de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Robert Koopman; la directora senior de Comercio y Competitividad del Banco Mundial, Anabel González, y Danny Leipziger, director de Growth Dialogue.

Punto de partida

Qué tan integrada está la Argentina en materia de comercio e inversiones y qué tan favorable es la política de competencia actual al respecto fue el punto de partida.

El arancel promedio de la Argentina es bastante elevado: 13,6% (similar al de Brasil). Está bastante por encima de países comparables”, señaló Reis, que confirmó que el país “tiene una economía bastante cerrada y comercia poco”.

Respecto de la inversión, “es relativamente poca”. Entre 2000 y 2015, la inversión extranjera directa (IED) rondó el 2% del PBI, “por debajo del promedio regional y de países de ingreso medio a alto”.

“La falta de integración en los mercados globales se ve reflejada en la falta de competencia de los mercados internos”, manifestó el especialista. En este punto, el Banco Mundial pidió asistencia a la OCDE para estimar el grado de regulación local: “Es elevada, específicamente en sectores importantes como el transporte, la energía y el comercio minorista”, apuntó.

Como consecuencia, los mercados domésticos son poco eficientes y caros: “El precio de la comida entre 2010 y 2015 fue un 35% más elevado que en países cercanos, como los de la Alianza del Pacífico”, aseguró, tras agregar que “las telecomunicaciones y la logística no alcanzan los estándares de calidad y precio esperados”.

Cambio en marcha

“Pero este cuadro ya está cambiando”, añadió.

Justificó tal apreciación en medidas “importantes” como la reducción a los derechos de exportación, la sustitución de las DJAI por el SIMI, la aceleración de las negociaciones con la Unión Europea y la Alianza del Pacífico, la iniciativa de alianzas público-privadas (APP) y la creación de la Agencia de Inversión y Comercio Internacional (AICI), junto con la puesta en marcha de la ventanilla única de comercio exterior (VUCE) y sus políticas de facilitación del comercio, y las nuevas políticas de defensa de la competencia.

José Guilherme Reis. Foto: CAC

La Argentina podría obtener todavía más de la integración económica”, amplió Reis.

¿Cómo? Por medio de un aumento de la productividad (gracias a la presión de la mayor competencia), de las exportaciones y de las inversiones.

Para proyectar los cambios que traería una apertura comercial, el Banco Mundial simuló un escenario con medidas unilaterales (eliminación de aranceles a la importación de líneas de producción usadas o a todos los derechos de exportación, por ejemplo) y otro con medidas desde el Mercosur, como una rebaja del arancel externo común (AEC), la eliminación de restricciones y la firma de un acuerdo con la Unión Europea.

“Todas estas medidas tienen un impacto positivo en el PBI y en comercio”, subrayó el directivo.

El PBI de la Argentina podría expandirse en un 1% hacia 2020 con la eliminación de todos los impuestos a la exportación (con el costo fiscal asociado) y de un 1% hacia 2030 si el Mercosur se integrara más al comercio.

“Es una ganancia permanente, no se disipa. Y hay un costo de no hacer las reformas, que crece con cada año que pasa”, explicó.

Las reformas 

Las reformas propuestas van desde una flexibilización de las restricciones en mercados regulados (transporte, energía y telecomunicaciones) hasta un aumento de la competencia (manufacturas) de la mano de una mayor apertura comercial.

Habría ganadores (servicios, carne y agroindustria) y sectores que se “desacelerarían” (calzado, metales, autopartes, azúcar) con estas políticas que obligan a medidas para “amortiguar los costos de la transición”, es decir, el impacto en el empleo local.

Se deben proteger a los trabajadores, no los puestos de trabajo”, argumentó.

Para mitigar la transición se recomienda profundizar la inserción en cadenas regionales y globales de valor. No sólo como “intercambio de acceso a mercados”, sino profundizando la interrelación en servicios e inversión.

“Estudiamos las lecciones que dejaron las reformas encaradas por mercados como Australia, México, Suecia y Polonia para recomendar las reformas”, indicó Reis. Eso sí: “Deben ser parte de una estrategia de política nacional comprensiva, coherente con la microeconomía, monitoreable y que permita la corrección de rumbo”, resumió.

El “modelo” propuesto por el Banco Mundial refuerza la idea de “instituciones fuertes y coordinadas”.

Son tres las recomendaciones:

  • Aumentar las capacidades en áreas técnicas y negociar acuerdos profundos con disciplinas nuevas como competencia, inversiones, temas laborales y medio ambiente. “No hay que negociar sólo en comercio”.
  • Enfatizar la actividad de promoción de exportaciones e inversiones. “El modelo de agencia funciona bien. Pero promoción y regulaciones deben estar (en áreas) separadas”.
  • “El área de (defensa de la) competencia debe tener más autonomía y competencias técnicas.

Panel de reflexión

“Nuestro objetivo es derrotar la pobreza, y para eso necesitamos ser un país desarrollado. Estamos lejos, tenemos un 30% de pobreza, una economía cerrada y poco competitiva. Para revertirlo necesitamos una transformación productiva, y eso será posible con inversión en capital y tecnología y capacitación que le permita a las empresas acceder al mercado mundial de 7000 millones de habitantes”, destacó Braun.

La integración inteligente, la promoción de la competencia y la reducción de la burocracia y sus costos asociados forman parte de la decisión estratégica del Gobierno.

Koopman, González, Braun y Leipziger y Carbone. Foto: CAC

Lo que se viene es más profundidad en las reformas: siempre con gradualismo y consenso”, definió el secretario de Comercio.

“Cuando una economía se mantiene cerrada al mundo, no conoce todo lo bueno, los nuevos modelos de negocio, lo que el consumidor quiere, no logra modernizarse ni obtiene empleos de calidad ni ingresos para erradicar la pobreza y desarrollarse”, apuntó González.

Revertir este punto implica ingresar en cadenas de valor. Y la funcionaria dio un ejemplo de la oportunidad que se abre en un sector fuerte y cerrado: el de autopartes.

“Este sector tiene un base fuerte en la Argentina. Son 500 pymes proveedores a las que le faltan estándares de calidad, de (entrega) just in time, que se requiere para proveer a las multinacionales. Con políticas en este campo para reducir aranceles y trabas no arancelarias para bienes intermedios, y un programa de apoyo oficial, se pueden conectar a estas pymes con las cadenas de valor”, apuntó.

Leipziger comentó a propósito la importancia de “coordinar las acciones de apertura, regulación y aumento de la competitividad”.

Primero hay que crecer y tener un sistema de impuestos que funcione bien, para que el Gobierno tenga recursos y pueda transferirlos a los sectores con más productividad”, señaló.

“No hay una única receta para la transición”, reconoció González, tras agregar: “Lo importante no es proteger a la empresa para que mantenga 100 puestos de trabajo a toda costa, porque tarde o temprano –por efectos del comercio, de la tecnología o cambios en el consumidor–igual se pierden puestos de trabajo. Lo que importa es proteger al trabajador, dándole acceso a mecanismos para fortalecer sus destrezas y mejorar su educación para moverse a empresas de mayor productividad”.

La funcionaria del Banco Mundial subrayó la necesidad de “apoyar a las personas en transición a través de redes seguridad social”.

Alimentos caros

El informe no sólo indicó que los alimentos en la Argentina es un 35% más cara que en la región, sino un 50% más que en el resto del mundo.

A propósito, Braun dio una explicación: “La mitad (del precio) de lo que compramos es acumulación de impuestos. El segundo problema serio son los costos logísticos, que tienen que ver con fallas de infraestructura y problemas de regulación logística y regulaciones innecesarias. Luego están los costos de energía, y los salariales no laborales, que son muy altos también”.

“También hay un tema de competencia en algunos productos, sobre todo en los que proveen a los (comercios) minoristas, con 1 a 3 empresas en lácteos o pastas, lo que afecta los precios relativos. Esto se va a resolver con más integración al mundo”, agregó.

Al respecto, el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur entró en escena: las proyecciones señalan un aumento del 80% de las exportaciones hacia 2030. No obstante, apuntó Carbone, persiste un “temor latente de una invasión de productos”.

González explicó que los resultados de las simulaciones realizadas son muy “interesantes”. “El 80% de crecimiento es conservador, porque no considera las nuevas inversiones que llegarían para exportar luego a Europa. En estas negociaciones, con frecuencia el país o bloque más pequeño encuentra más oportunidades. Así lo muestra la simulación”, explicó.

Braun rubricó la idea de que las exportaciones podrían duplicarse gracias a los “efectos de las inversiones y la transformación productiva” asociada.

“Chile, México, Egipto y Marruecos demostraron cómo el principal impacto (de un acuerdo con Europa) viene de la mano de las inversiones, que es lo primero que llega. Pero a esas inversiones le siguen otras de terceros países para aprovechar el ingreso al mercado europeo de 600 millones de consumidores”, destacó.

Braun derribó un mito: que este acuerdo beneficiará al agro y perjudicará a la industria. “La Unión Europea es autosuficiente en alimentos y tiene muy poco interés en comprar, pero sí hay muchas posibilidades en productos de alto valor agregado: incorporando alta tecnología estaremos en condiciones de ser proveedores de estos productos”.

Koopman brindó una mirada contextual: “Estos modelos no son pronósticos. No pueden predecir otra crisis financiera o impactos del cambio climático. Son ayudas. Los acuerdos deben luego ser monitoreados, revisados y actualizados. Es importante recurrir al big data para evaluarlos”.

Resumen ejecutivo

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