El proyecto que dio vida a la primera cerveza artesanal colaborativa -que con sello argentino se elabora y comercializa en Alemania-, demuestra la variedad de herramientas disponibles para las empresas que quieran internacionalizarse.

Hay muchas versiones sobre el origen del chamamé. Una corriente importante sostiene que surgió como evolución de la polka que los inmigrantes alemanes del Volga trajeron a la zona de la Mesopotamia argentina.

Tobías Seidel, alemán, y Eber Andriuolo , argentino, dieron vida a la primera cerveza colaborativa: Chamamé IPA

Eber Andriuolo, nacido en Saladillo, provincia de Buenos Aires, no sólo se suma a esa teoría sino que ahora explica con orgullo que logró que el chamamé viaje de regreso a Europa transformado en cerveza.

Desde Newcastle, en el norte de Inglaterra, contó de qué se trata la última gran aventura de Lindenberg, empresa que fundó en 2014 con la misión de “producir cervezas de excelencia” en nuestro país.

Secretos del éxito

La pasión por la bebida hizo que hace cinco años, Eber y un grupo de amigos se convirtieran en socios y dieran vida a Sudberg Argentina SA, firma dueña de la marca Lindenberg que tiene una planta de elaboración propia con capacidad para producir alrededor de 40.000 litros de cerveza al mes en el partido bonaerense de 9 de Julio.

¿Cuál es el secreto para que Lindenberg haya acumulado en su corta existencia tantos premios internacionales? El uso de tecnología de punta desde la producción hasta la limpieza de los barriles que logran asegurar la calidad en todos los procesos de elaboración, materias primas de gran prestigio mundial, como las finas maltas especiales Weyermann y lúpulos europeos a lo que se suman excelentes maltas bases locales, responden.

Los responsables de Lindenberg y Kronprinz dicen estar contentos por haber podido alcanzar su objetivo: elaborar una cerveza con notas de cada país y “una historia con aroma cosmopolita”. La Chamamé incluye entre sus ingredientes pomelos rosados, harina de maíz y jugo de remolacha.

“La premisa de Lindenberg es respetar las recetas tradicionales y los métodos de producción, logrando un producto natural sin conservantes ni colorantes u otros aditivos similares. Para la fermentación y posterior maduración de la cerveza son tomados el tiempo y la paciencia como únicos ingredientes”, relata Eber.

¿Y el origen del nombre? Lindenberg significa “Colina de Tilos“ (del alemán Linden: tilos, y Berg: colina).

La pequeña ciudad de Lindenberg está muy cerca de los Alpes y pertenece al estado libre de Baviera, lugar al que los propietarios argentinos se encuentran unidos por lazos familiares y amistosos.

Formación global

Eber es un claro ejemplo de lo que se define como ciudadano del mundo.

Cuando tenía 20 años se fue Munich y lo que era un viaje para perfeccionar el idioma se extendió por 20 años más. El joven saladillense trabajó y estudió en diferentes países de Europa y en 2014 decidió volver a la Argentina con su mujer alemana y con “muchas ganas de montar una cervecería con calidad alemana”.

Hoy, a los 43, es Biersommelier (catador de cervezas), recibido en la academia Doemens de Munich, “Cuoco Professionista di Cucina Italiana” (cocinero profesional) egresado en Parma, Italia, Head Brewer (Jefe Cervecero) de Lindenberg en Argentina y actualmente continúa con su capacitación en Newcastle.

Explica que eligió tomar clases en una academia llamada Brewlab -entidad dedicada a formar cerveceros en Inglaterra- para profundizar sus conocimientos teóricos sobre la cerveza y conocer de primera mano “la forma británica de hacer Ales (cervezas de alta fermentación)”.

“Estoy teniendo una oportunidad única en empresas, viéndolas desde adentro y pudiendo participar activamente en producción, controles de calidad, etc”, relata entusiasmado.

Metamorfosis de la Polka

Pero, ¿cómo fue que surgió la idea de elaborar una cerveza en Alemania con sabores y nombre argentinos?

“El nombre Chamamé IPA (la sigla viene de India Pale Ale y designa a un estilo de cerveza de tradición inglesa que se caracteriza como una ale pálida y espumosa, con un alto nivel de alcohol y de lúpulo) surge después de una larga búsqueda de un denominador común que uniera los cítricos, el maíz -exponente por excelencia del nuevo mundo-, y las maltas típicas alemanas. Para nuestra sorpresa encontramos que el Chamamé fue llevado en forma de Polka por inmigrantes alemanes del Volga a la zona mesopotámica argentina, lugar donde sufrió una metamorfosis con los colores y componentes autóctonos hasta transformase en el Chamamé actual”, responde Eber.

Y agrega que la idea era lograr un viaje de regreso a Europa de esos tonos musicales y aromáticos, fundiendo esos conceptos en una “cerveza colaborativa”. Así fue como nació Chamamé IPA, en colaboración con Kronprinz, Bamberg.

El proyecto logró transformarse en realidad luego de varias reuniones y muchas ideas que Eber compartió en Bamberg con el cervecero Tobías Seidel, de Kronprinz.

De la sorpresa al entusiasmo

“Pudimos alcanzar nuestro objetivo: elaborar una cerveza que tenga notas de cada país y una historia con aroma cosmopolita. Así fue como la cerveza argentina Lindenberg llegó a Alemania, en el marco de una colaboración con la prestigiosa cervecería germana Kronprinz, originaria de Bamberg, Franconia”, dice Eber.

Tobías Seidel (29), alemán, es maestro cervecero recibido en Kulmbach (Alemania) y Jefe Cervecero de Kronprinz. Sus creaciones han recibido premios internacionales en el Meiningers Craft Beer Award, competencia en la cual también Lindenberg fue galardonada representando a nuestro país.

Chamamé es una cerveza argentina que se elabora en Alemania. Y aunque en una primera etapa solo está disponible en Bamberg, Eber Andriuolo está convencido de que se tarta de “un paso sumamente importante” para todo el sector. “La marca Cerveza Artesanal de Argentina demuestra estar madura para sortear fronteras internacionales y llevar nuestra bandera a otras latitudes”, comenta.

“Realmente es una experiencia fantástica emprender esta colaboración junto a Lindenberg. Tengo que admitir que cuando nos encontramos por primera vez y escuché la propuesta de usar pomelos rosados, harina de maíz y jugo de remolacha en una IPA me provocó un poco de asombro, especialmente más estando en la tierra de la Reinheitsgebot (Ley de la Pureza). Pero luego, analizando el concepto y los argumentos del estilo, me pareció una linda aventura, en donde se unen la pasión por la cerveza, amistad y el uso de ingredientes propios como lo son los cítricos de Argentina y las maltas de Alemania”, dice Seidel.

Ley de la Pureza

La Ley de la Pureza, de 1516, es la que estableció en Alemania el uso de malta, agua y lúpulo para elaborar cerveza. Entonces no se conocía la existencia de la levadura (“la descubrió Luis Pasteur a fines del siglo IXX”, explica Eber) y por eso hoy la ley de la Pureza la contempla también. La malta puede ser de trigo o de cebada.

“Esa ley fue la hizo posible que en Alemania la cerveza no tuviera una industrialización salvaje en cuanto al uso de colorantes químicos, por caso, pero también la bloquea el uso de creatividad como por ejemplo usar remolachas y pomelos para elaborarla”, detalla Eber antes de contar que en la actualidad la Ley de la Pureza está siendo muy discutida en porque los cerveceros artesanales quieren usar productos naturales y creativos.

“Para nosotros es un verdadero honor poder elaborar nuestra primera cerveza en Alemania junto a Kronprinz. Si bien es una edición limitada, disponible en una primera etapa solo en Bamberg, consideramos que es un paso sumamente importante para el sector en general. La marca Cerveza Artesanal de Argentina demuestra estar madura para sortear fronteras internacionales y llevar nuestra bandera a otras latitudes”, responde Eber cuando se le pregunta qué significa esta posibilidad para Lindemberg.

Pensar en el mundo

“¿Y por qué lo hicimos? Porque nuestra empresa tiene una mirada internacional. Nuestro sueño es traer la marca a Europa y desde acá que sea internacional. Este es un primer paso muy pequeño para Lindemberg pero muy grande para una pyme argentina, especialmente en el rubro de cerveza artesanal”.

La Chamamé IPA se produce y vende solo “por ahora” en Alemania, en Bamberg, una ciudad que es patrimonio cultural de la Unesco, añade Eber.

¿Y el próximo desafío de Lindemberg? “Además de mudar la planta a Saladillo, ampliar la presencia internacional con otros proyectos de colaboración. Nos imaginamos desarrollar una gastronomía acorde, teniendo en cuenta el maridaje de cervezas con menúes especiales. Desde que me recibí de somelier de cerveza el año pasado en Alemania estoy trabajando muy firme en eso”, cuenta.

Seidel dice que “la revolución cervecera crea puentes entre culturas y regiones, aún con 11.000 km de distancia”. La Chamamé IPA es una clara muestra de que es así.

Fuente: El Día de Gualeguaychú