China flexibilizó su tenaz política de “Covid cero” a principios de diciembre y cambió el enfoque sanitario de “control de infección” a “tratamiento”.
La decisión se tomó luego de numerosas protestas y Beijing decidió relajar los bloqueos y testeos masivos que venía sosteniendo en su población.
Pero con la mayor libertad de movimiento, combinada con una “baja inmunidad de rebaño” y una gran cantidad de habitantes sin haber recibido una cuarta dosis (panorama que se volvió más complejo por la baja efectividad de las vacunas chinas y la persistente resistencia de los adultos mayores a vacunarse) multiplicó de manera exponencial los casos positivos en las principales ciudades.
On line y colapso
Así, en el lapso de apenas dos semanas, la población que volvía a trabajar decidió quedarse en sus hogares. Las compras on line se dispararon tanto como las compras de insumos médicos. Incluso, faltan choferes para los envíos y hasta los repartidores escasean.
Mientras la particular difusión de información sanitaria crítica que practica China recuerda a las primeras épocas de la pandemia, la preocupación ya cruzó las fronteras: China enfrenta la necesidad de importar vacunas y hasta reactivos para los testeos.
Sucede que, de acuerdo con datos oficiales de China, sólo “dos muertes” por Covid se informaron tras el levantamiento de las restricciones. Las imágenes que se viralizan en distintas redes sociales, no obstante, parecen otorgar el beneficio de la duda. Máxime si se tiene en cuenta que las estadísticas chinas refieren a que el total de muertes por Covid, desde el inicio de la pandemia hace 3 años, asciende a “5241”.
El bajo número oficial de testeos positivos (poco más de 3000) reflejan menos un bajo número de contagios que un preocupante faltante de test reactivos.
Logística
Mientras resulta incierta la evolución del coronavirus (a esta altura, de sus permutaciones), la incógnita también sobrevuela a la economía china y a las cadenas logísticas: el mundo aprendió sobre las disrupciones, pero eso no indica que la resiliencia sea completa.
Ahora China busca de alguna manera recuperar el terreno perdido luego de 3 años de aislamiento en el que los chinos no pudieron viajar a hacer negocios ni recibir delegaciones.
El Gobierno quiere que 2023 sea un año de recuperación económica, y apuesta a un crecimiento de al menos el 5%. Los negocios internacionales serán clave -amén del gigante mercado chino y su poderoso consumo interno- para eso y los exportadores chinos demostrarán agresividad para cumplir con las metas.
Pero el recelo está instalado sobre todo en los proveedores de servicios de la logística internacional, debido a las continuas interrupciones de las operaciones en China en los últimos 3 años.
Ese “electrocardiograma” logístico no afectó sólo a los transportistas, sino que las tendencias productivas globales fueron mirando con más atención al “nearshoring” para quebrar una dependencia que parecía no tener vuelta atrás con la producción china.
Proyección económica
La semana pasada, durante la Conferencia Central de Economía y Trabajo, los funcionarios chinos anticiparon una “mejora general en el desempeño económico del país el próximo año”.
En el segundo trimestre del año el PBI chino había registrado un crecimiento del 0,4%, para luego despegar el 3,9% en el tercer trimestre.
“En los primeros 11 meses del año, la inversión en activos fijos en el sector de alta tecnología aumentó un 19,9 % interanual, mientras que el valor agregado de la fabricación de alta tecnología aumentó un 8%, 4,2 puntos porcentuales más que el total de las empresas industriales anteriores”, señaló el Gobierno en un cable difundido por la agencia Xinhua.
En los primeros 10 meses de este año, la inversión extranjera directa (IED) en la parte continental de China aumentó un 14,4% (US$ 168.000 millones). No obstante, las exportaciones de bienes se desplomaron un 8,7% interanual en noviembre (US$ 286.000 millones), mientras que las importaciones totalizaron el mes último los US$ 226.50 millones).
Según datos de la Aduana china, “el superávit comercial de China se redujo a 69.840 millones de dólares en noviembre, lejos de la previsión de US$ 78.100 millones. Se trató del superávit comercial más bajo desde abril, debido al debilitamiento de la demanda global e interna. Las exportaciones acumulan dos meses de caída por el debilitamiento de la demanda extranjera debido a la alta inflación y las interrupciones de las cadenas de suministro; mientras que las importaciones cayeron a un 10,6% más rápido, el segundo mes consecutivo de caída por las restricciones generalizadas del Covid”, que ahora apuntan a flexibilizarse.
“Creo que en el futuro, con la disminución del impacto de la pandemia a nivel nacional, la fuerte productividad de China y la plataforma de apertura diversificada contribuirán más a la estabilidad de los precios globales”, señaló a Xinhua Zhang Zheren, analista del Instituto de Investigación Económica Extranjera de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma.