Brotes verdes: vuelven con fuerza los cruceros al puerto de Buenos Aires, Puerto Madryn y Ushuaia. Hasta Mar del Plata puede ilusionarse con un merecido y postergado debut. El Gobierno, a través de la Administración General de Puertos (AGP), dependiente del Ministerio de Transporte, comenzó hace un año una tarea titánica: paciencia homeopática para tratar amputaciones carniceras, y liberar, por fin, el potencial intacto de la industria de los cruceros en Buenos Aires.
Con miopía proyectiva, el Gobierno anterior aplicó medidas insólitas que opacaron el movimiento en la terminal de cruceros más moderna de la región, la Quinquela Martín, y terminaron despreciando a los cruceristas que dejaban dólares (cuando más faltaban) en el país. Los reclamos de las líneas y los agentes marítimos no tenían eco. Las profecías se autocumplieron. Se desplomó a la mitad una industria que cualquier país que no la tiene daría todo por tener: el turismo.
“Cumplimos con la lista que nos pidieron”, dijo Gonzalo Mórtola, titular de Puerto Buenos Aires, desde Miami, donde la Argentina volvió a participar del Seatrade, el evento por antonomasia de la industria de cruceros mundial, luego de años de ausencia.
Esa lista incluyó bajar la tarifa de Migraciones y eliminar el cobro al pasajero por cada recalada: si tocaba dos puertos, pagaba dos veces (en breve bajará de 14 a 10 dólares); turnos de cuatro años para el giro de buques; eliminar la vacuna contra la fiebre amarilla para tripulantes, y limitar la cwantidad de pasajeros en la Quinquela Martín para mejorar la atención. El abastecimiento de rancho y combustible está por salir. Pero faltaba convencer a las líneas. La semana última, el país encaró esa empinada escalada en el Seatrade, con el Puerto Buenos Aires como embajador, el Ministerio de Turismo, la Agencia de Inversiones, el gobierno de Tierra del Fuego y empresarios locales.
Y los brotes ramificaron. Celebrity reemplazó el Infinity por el más grande Eclipse: triplicará recaladas y duplicará pasajeros; MSC confirmó el Fantasía; Costa aseguró que traerá un crucero de mayor tamaño; Silversea, una línea más apaisada al lujo, mostró mucho interés en Mar del Plata; Norwegian redobló su interés en Buenos Aires y el crucero alemán Aída, que hace 4 años borró la Argentina de su ruta, vuelve ya en la temporada 2017/2018, a Buenos Aires, Puerto Madryn y Ushuaia. Mórtola fue más allá. Encolumnó a sus pares de Uruguay y Chile para regionalizar el marketing y competir con el otro Sur: la poderosa Oceanía y Sudáfrica.
Federico González-Denton, de Royal Caribbean, sintetizó: “Estamos muy impresionados con la Argentina. Notamos cambios sustanciales, dramáticos, nunca vistos para la industria de cruceros en 10 años”. Primavera portuaria en un otoño que arranca duro.