Mi abuela me recordaba muchas veces el “pan negro” de Perón, allá por inicios de los 50. Ese color se debía a la mezcla del trigo con mijo, que le daba un color especial, y ayudó a acomodar las cuentas, en años de fuerte déficit comercial. Mi abuela decía que era más rico que el blanco, pero un tío antiperonista, le decía el “pan cabecita”.

Para 1982, mi papá trabajaba vendiendo el “escarabajo de Volkswagen, y pudimos ir de vacaciones a Brasil (épocas de la “Plata dulce”) gracias a la buena venta del automóvil amarillo. Si hoy buscas un escarabajo usado o es de 1950 o es modelo 81 u 82.

De los déficits comerciales de Menem, el mayor recuerdo pueden ser los “Todo por 2 pesos”.

Los déficits comerciales, han marcado momentos particulares de la vida argentina, aunque el nombre técnico no es tan usado, la gente recuerda cada una de las épocas de manera diferente.

La “guerra contra la especulación” de precios en 1953. Foto: www.scielo.org.ar

El 2017 cerró con el déficit comercial más alto de la historia. Estamos en una situación de doble déficit, público  y comercial. En otras palabras, se está gastando más de lo que se recauda, y se está importando más de lo que se exporta.

Y cuando las importaciones son más altas que las exportaciones, empiezan a encenderse una luz amarilla, y todo comienza a apuntar hacia el tipo de cambio. Por su parte el FMI informa que a su entender, el tipo de cambio en Argentina está atrasado un 25%.

Cuando se atrasa el tipo de cambio, la gente compra más dólares porque lo ve barato, para atesorar o para irse de vacaciones. Luis Pagani, máxima autoridad de Arcor, declaró a un diario capitalino que le duelen los 16.000 millones de dólares que se van por turismo desde Argentina.

En turismo por compras anticipadas, se fueron 8.300 millones de dólares en los primeros diez meses.

Bueno o malo

Una pregunta que siempre realizan a los analistas económicos es si el déficit es bueno o malo. Los economistas que defienden al Gobierno indican que este déficit se debe a inversiones, compras de insumos y demás. Los que están en contra de Macri y compañía ven un pronto incendio por este motivo.

La historia marca que un año de déficit nunca fue algo que complicó a la economía argentina. El problema puede aparecer -o apareció- cuando eso se repite en un ciclo.

Desde 1910 hasta la fecha nuestro país tuvo un déficit comercial cada 4 años aproximadamente.

Argentina tuvo 28 déficit, entre 1910 y 2016. Entre sus características se cuenta que la mitad de ellos ocurrieron en ciclos de entre dos y cuatro años consecutivos en donde las importaciones superaban a las exportaciones.

Un sólo período de 4 años consecutivos fue entre 1955 a 1958. Y tres importantes trienios entre 1960 a 1962, 1992 a 1994 y 1997 a 1999.

Pero el tamaño de los déficit también importa. Si se los analiza como porcentaje de las exportaciones, veremos que el déficit más elevado de la historia fue el del año 1952 cuando la diferencia representó un 71% del valor exportado.

Para 1961, las importaciones fueron el doble que las exportaciones (51%), y en 1994 fue de un 36% de las ventas, por lo que serían los tres déficit más altos proporcionalmente del período analizado.

¿Cómo nos fue con los déficit?

Argentina tiene exportaciones muy dependientes de las materias primas, y cuando ocurría una sequía que disminuía las cantidades a exportar o una baja en los precios de esas mercaderías, entrábamos en problemas.

Para el primer gobierno de Perón, las sequías y el aumento del consumo interno bajó los saldos exportables. Por lo tanto, hubo menos para vender al exterior.

Los precios de lo que vendíamos bajó, con algo que  era previsible. Australia, Canadá y Estados Unidos venían aumentando su producción, por lo tanto, esa mayor oferta de trigo y maíz aumentaría la oferta (y descendieron los precios).

La industria se vio afectada porque necesitaba importaciones pero no había dólares para comprar.

Y para entonces, se sumaba otro mal argentino endémico: la inflación. La tasa de aumentos de precios superaba a la media internacional. El costo de vida aumentó un 37% en 1951.

4 años con déficit

Entre 1955 y 1958 hubo déficit comercial, siendo el ciclo más extenso de nuestra economía.

Para fines de 1958, se anuncia el “Programa de estabilización para afirmar el plan de expansión de la economía argentina”.

El presidente Arturo Frondizi anuncia que se había estado gastando más de lo se producía, ya que la deuda era 1100 millones de dólares más que las reservas que se tenían.

La caída en las reservas había tenido que ver con los déficit comerciales continuos que ocurrieron. Como siempre, se trató con una devaluación para encarecer las importaciones, mejorar las exportaciones y medidas de contención del gasto, que logran para 1959 obtener un superávit comercial, pero la situación volvería igual en 1960.

Frondizi vuelve a tener déficit comercial en 1960, 61 y 62, año en que lo destituye un golpe de Estado. Luego sobreviene Arturo Illia en octubre de 1963.

Con Illia, el país creció 10,3% en 1964 y 9,2% en 1965. Bajó el déficit fiscal y obtuvo superávit comercial, que se mantendrían hasta el año 1971, en uno de los períodos más largos de la historia sin déficit comercial.

Los últimos grandes déficit

Escena de la película “Plata dulce”, de Fernando Ayala

Después vienen las altas importaciones y bajas exportaciones de los años de la “Plata dulce” donde miles de industrias cerraron y la crisis económica atacó a todos los sectores menos al agro. Fueron apertura económica sin crecimiento y con inflación.

Los déficit de Menem (1992,93,94 y 1997/98/99) fueron con crecimiento económico y casi nula inflación en la primera etapa. Mientras que en el segundo trienio la inflación se mantuvo baja pero la actividad económica se resintió y apareció un desempleo muy alto, debido a varios factores.

Desde 1996 las exportaciones estaban estancadas en alrededor de 26.000 millones de dólares, lo que era insuficiente para las necesidades de las industrias, y se acudió al endeudamiento.

Las variables económicas estaban complicadas -salvo la inflación- y al gobierno siguiente le fue imposible modificar el rumbo, incluso por errores propios lo que desembocó en la crisis del 2001.

Dolor de cabeza

El déficit es como el dolor de cabeza: si te duele una sola vez no hay tanto problema, el problema es si el dolor se repite, y si se repite mucho.

Si las importaciones son todos los años más altas que las exportaciones, en algún momento se convierte en un problema, por como se terminan financiando.

Del pan negro de Perón pasando por la “Plata dulce” y el “deme dos”, tuvimos épocas donde compramos más de los que vendimos y la mayoría terminaron mal. Será bueno aprender del pasado, para no cometer los mismos errores.

El autor es contador público, profesor en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Universidad Católica de Córdoba (UCC) y Universidad Empresarial Siglo 21 (UE21). E-mail: gustavoscarpetta@hotmail.com