Los desastres relacionados con el clima, como huracanes, sequías, incendios e inundaciones, son cada vez más frecuentes e intensos en América latina y el Caribe, y causan enormes pérdidas económicas: se estima que los costos anuales a causa de las interrupciones en los sistemas de infraestructuras de energía y transporte equivalentes al 1% del Producto Bruto Interno (PBI) regional y hasta el 2% en algunos países de Centroamérica.

Las empresas brasileñas, por caso, pierden un promedio de US$22 000 millones al año (1,27 % del PBI) debido a las interrupciones en los servicios de infraestructura, la mayoría de las cuales se dan en el ámbito del transporte y la generación de electricidad y están relacionadas con las inundaciones extremas.

Los datos surgen del reciente informe del Banco Mundial “Hoja de ruta para la acción climática en América Latina y el Caribe 2021-25”, donde los expertos advierten que la aceleración del cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos en nuestra región -una de las más vulnerables al poder destructivo de este tipo de fenómenos-,  y, que en ese contexto, entre 2,4 y 5,8 millones de personas podrían ser arrastrados a la pobreza extrema para 2030.

El estudio señala que las previsiones indican que los fenómenos de precipitaciones extremas, que causan inundaciones y deslizamientos de tierra, se intensifiquen en magnitud y frecuencia debido al cambio climático, y que un aumento de 1,5° en la temperatura media mundial provoque un incremento de hasta el 200% la población afectada por las inundaciones en Colombia, Brasil y Argentina, el 300% en Ecuador, y el 400 % en Perú.

Seguridad hídrica

Se prevé que el cambio climático tenga impactos negativos en la productividad y las cosechas en varios países de la región.

Esta situación podría exacerbar la inseguridad alimentaria aguda, la cual se incrementó rápidamente durante la pandemia de Covid-19 y afectó a más de 16 millones de personas en toda la región, describe el documento.

Por otra parte, se explica cómo los efectos de evolución lenta del cambio climático están reduciendo la productividad y la capacidad de adaptación en muchos sectores. Por ejemplo, en julio de 2021 la sequía hizo que los ríos Paraguay y Paraná descendieran a sus niveles más bajos en 50 años, lo cual dificultó la navegación y la seguridad hídrica en cinco ciudades de la Argentina.

Impacto sobre los cultivos

“El cambio climático tendrá impactos negativos a largo plazo en los rendimientos de la mayoría de los cultivos en gran parte de los países de América Latina y el Caribe, ya que afectará la seguridad alimentaria y causará daños económicos. En Argentina, las sequías podrían provocar pérdidas de rendimiento de la soja de hasta el 50% para 2050”, dicen los expertos.

Más adelante se menciona que los efectos de evolución lenta del cambio climático también están modificando los ecosistemas marinos y provocando la desecación de los bosques.

Se cita el caso de la cuenca del Amazonas, donde podría desencadenarse una transición de la vegetación de bosque a la de sabana.

Bosques y glaciares

Esa transición, que es impulsada por una combinación de cambio climático y deforestación, y que implicaría una pérdida de superficie forestal en el Amazonas del 20% o 25%, alteraría radicalmente el ciclo hidrológico, con consecuencias locales, regionales y mundiales, dice el Informe.

Otros sistemas que ya se están acercando a umbrales críticos con los niveles actuales de calentamiento son los glaciares de los Andes y los arrecifes de coral de América Central, así como los ecosistemas oceánicos y costeros de prácticamente todas las subregiones.

Urbanización forzada

Por todo ello, los analistas del Banco Mundial advierten que sin una acción climática concertada, para 2050, más de 17 millones de personas en América Latina y el Caribe podrían verse obligadas a desplazarse para escapar de los efectos de evolución lenta del cambio climático, lo que aumentaría la migración a las ciudades y podría incrementar el crecimiento de la población urbana hasta en un 10%.

Ello a su vez, aumentaría la carga de los servicios básicos en los barrios urbanos más pobres y más expuestos a las inundaciones, los deslizamientos de tierra y otros impactos climáticos que son cada vez más frecuentes y graves, al tiempo que, según se prevé, las enfermedades infecciosas endémicas y emergentes sensibles al clima aumenten en las próximas décadas debido a una mayor distribución de los vectores.

El podio de los emisores

De acuerdo con el informe, América Latina y el Caribe generan el 8 % de las emisiones de GEI (Gas Efecto Invernadero) a nivel mundial, y el 12 % de las emisiones de los países prestatarios del Banco Mundial.

Sin embargo, esa proporción relativamente modesta aumentaría de manera significativa si los países de ingreso alto y medio alto reducen sus emisiones para limitar el calentamiento global a 1,5°, pero los países de ingreso medio bajo y bajo de la región continúan con el desarrollo habitual.

Por otra parte, los especialistas aclaran que la contribución de la región a las emisiones a nivel mundial podría aumentar considerablemente si se alcanzara un punto de inflexión en la cuenca del Amazonas que provocaría una transición de la vegetación de bosque a la de sabana, con el potencial de liberar el equivalente a varios años de emisiones de GEI a nivel mundial.

Brasil, México y la Argentina son los países que más emiten GEI en América Latina y el Caribe, ya que representan dos terceras partes del total regional.

Desarrollo sostenible e inclusivo

“Los países de América Latina y el Caribe tienen la oportunidad única de actuar con rapidez y liderar el cambio para promover economías más resilientes y con bajas emisiones de carbono a fin de fomentar un mejor futuro para sus habitantes”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

Y recordó que el Banco Mundial ha sido un socio estratégico de la región por muchos años y, que como parte del compromiso a largo plazo con el desarrollo sostenible e inclusivo, intensificó su apoyo proporcionando alrededor de US$4700 millones en financiamiento relacionado con el clima durante el último año en proyectos tales como:

  • Agricultura Sostenible y Resiliente frente al Cambio Climático (Belice)
  • Conectividad Resiliente y Accesibilidad del Transporte Urbano (Haití)
  • Fomento del Financiamiento para Políticas de Desarrollo Verde y Resiliente (Perú)
  • Segundo Crédito de Políticas de Desarrollo para la Gestión del Riesgo de Desastres (Honduras)
  • Modernización del Transporte Ferroviario de Pasajeros en Buenos Aires – Línea Belgrano Sur (Argentina)

Desafíos y oportunidades

La región es responsable del 8% de las emisiones de GEI a nivel mundial.

El sector agrícola, acompañado por los cambios en el uso de la tierra y la deforestación, representa el 47% de las emisiones en América Latina y el Caribe, nivel muy superior al promedio mundial (19%). La energía, el consumo de electricidad y el transporte representan otro 43% de las emisiones.

En el informe se enfatizan las oportunidades en esos ámbitos para generar crecimiento económico y prestar servicios con menores emisiones, ya que es fundamental para acelerar la acción climática y liderar una transición urgente hacia economías con bajas emisiones de carbono a fin de evitar los efectos irreversibles del cambio climático.

Áreas prioritarias

El documento del Banco Mundial destaca varias áreas prioritarias en sectores clave para una acción climática nueva y acelerada:

  • Gestionar los paisajes, la agricultura y los sistemas alimentarios que incluyen cadenas de valor libres de deforestación.
  • Descarbonizar la generación de energía, los sistemas de transporte y la manufactura; reducir las interrupciones en los servicios de infraestructura.
  • Hacer que las ciudades sean más resilientes frente a los eventos climáticos y disminuir las emisiones urbanas.

Imagen de portada: Hans en Pixabay