Antoni Estevadeordal y Mauricio Mesquita Moreira –gerente de Integración y Comercio, y economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), respectivamente– destacaron los desafíos que enfrente la región ante “una posible reacción en contra de la globalización, en un contexto de precios de los productos básicos bajos y tasas de interés altas”.

“Actualmente, es difícil predecir el rumbo que tomarán los acuerdos comerciales mundiales”, manifestaron.

Estevadeordal y Mesquita puntualizaron que los países industrializados, como Estados Unidos, Europa o Japón, podrían liderar un resurgimiento de la marcha hacia mega acuerdos, y que tal vez China guíe un nuevo regionalismo, marcado por acuerdos menos profundos y menos ambiciosos.

“Alternativamente, el mundo podría pasar sólo a acuerdos bilaterales; o en otro extremo, podrían surgir fricciones comerciales globales cada vez mayores”, acotaron.

Al respecto, manifestaron que “sea cual fuere el escenario que prevalezca”, la región no podrá sino beneficiarse de un mercado interno plenamente integrado y más eficiente.

“El mosaico actual de acuerdos comerciales relativamente pequeños -cuyo tamaño limitado contribuye poco a aumentar la productividad- se volvería irrelevante en medio de una marea de acuerdos más amplios y difícilmente funcionaría como una póliza de seguro en un escenario de tipo conflicto comercial más extremo”, señalaron.

“Por el contrario, un mercado unificado, con un valor aproximado de 5 billones de dólares, o aproximadamente el 7% del PIB mundial, puede ofrecer ganancias tangibles, a costos económicos y políticos modestos; es una oportunidad a la vista, en un mundo con pocas alternativas obvias”, subrayaron.

Las investigaciones del BID demuestran que un TLC en toda la región (Lacfta) podría duplicar el uso de insumos locales en las exportaciones, proporcionando un impulso importante a las cadenas de valor regionales.

Asimismo, se “podría reducir a la mitad las pérdidas de exportación en un escenario de fricciones comerciales cada vez mayores (por ejemplo, si los aranceles globales aumentan en 20%s, Lacfta reduciría las pérdidas de exportación en un 40%”, proyectaron.

“La región está mucho más cerca del libre comercio intrarregional que lo que generalmente se cree”, puntualizaron los directivos del BID.

La red de acuerdos lleva 25 años ya y cubre el 80% del comercio intrarregional. Para potenciarla es preciso “construir una zona de libre comercio enfocada en bienes y servicios, con el objetivo de aportar mayor eficiencia a la actual arquitectura fragmentada”.

“El objetivo principal -continuaron- debería ser alcanzar las preferencias del 100% (aranceles cero) para todos los productos y relaciones (aunque los sectores sensibles puedan ser objeto de trato especial) y unificar las múltiples reglas de origen derivadas de los actuales 33 acuerdos de Amércia Latina y el Caribe”, agregaron.

“Lacfta también debería evitar una arquitectura compleja con instituciones supranacionales, uniones aduaneras y áreas difíciles de hacer cumplir. En lugar de ello, debería ser institucionalmente “ligero”, dependiendo tanto como sea posible de los mecanismos intergubernamentales y las reglas de la OMC”, indicaron los economistas del BID.

Asimismo, reclamaron que este macro acuerdo sea acompañado por medidas que aborden la “negligencia histórica de la región” en materia de costos comerciales no tradicionales que surgen de fallas logísticas, promoción ineficiente de las exportaciones y la inversión extranjera, y procedimientos aduaneros costosos.

Los sistemas de ventanilla única, la modrenización aduanera y los mecanismos de reconocimiento mutuo de los operadores económicos autorizados son medidas excluyentes propuestas.

“Todas estas medidas son críticas para el funcionamiento diario del comercio internacional y generarían ganancias comerciales de varias magnitudes más altas que la pura eliminación arancelaria”, concluyeron.