El último informe de los indicadores del comercio exterior elaborado por el Indec volvió a confirmar que las importaciones de energía empujan el déficit comercial, al participar con casi el 28% de las compras totales por grandes rubros, sumando 2281 millones de dólares en un total de 8210 millones que importó toda la economía argentina.

El rubro de combustibles y lubricantes es el segundo en importancia en las compras externas, sólo superado por los bienes intermedios que abastecen a la producción, y que lideraron las importaciones con 2719 millones de dólares (33% del total).

Según explicó Abeceb, “en números, la compra de combustibles y lubricantes se incrementó un notable 217,7% interanual: +111,3% los precios y +50,8% las cantidades”.

 

Si bien se trata del segundo mes consecutivo de balanza comercial negativa para el comercio exterior argentino, en el acumulado de los primeros siete meses del año, el saldo es superavitario en US$ 2540 millones, gracias a exportaciones que suman US$ 52.151 millones e importaciones que alcanzan los US$ 49.611 millones.

Durante julio, las exportaciones argentinas se incrementaron un 7,2% respecto del mismo mes del año anterior (US$ 7773 millones), mientras que las importaciones las superaron ampliamente al registrar un incremento del 43,7% interanual (US$ 8210 millones).

Más LNA

No obstante, y a pesar del bajísimo impacto de los bienes de consumo en el total (el 8,7%, con compras en el mes por 715 millones de dólares), éste fue el principal componente de las nuevas restricciones instrumentadas a través de la resolución 1 de la Secretaría de Comercio, con una gran cantidad de bienes que deberán tramitar ahora la licencia no automática para poder importar.

Una treintena de productos se encuentran afectados: van desde los panificados hasta los aviones y helicópteros (cuya importación, al dólar oficial, configuró un excelente negocio), pasando por las máquinas minar criptomonedas (fruto de una denuncia de la Aduana por sobrefacturación) a los cargadores, teclados, mouse, perchas, whisky, semen bovino y consolas de videojuegos.

 

Salvo pocas excepciones, la mayoría de los bienes no tienen competencia nacional. Pero toda restricción nueva parece servir para cuidar las inermes reservas del Banco Central. Las acciones de la Aduana van en la misma línea.

Sucede que hay una doble realidad, y cada una de sus caras explica el desconocimiento del comercio exterior y la pobre política cambiaria que caracteriza al país.

Por un lado, el dólar importador es tan barato en relación con la “percepción” del mercado (y la realidad productiva y comercial del país) que las empresas buscaron de todas las maneras posibles acumular importaciones con la expectativa siempre presente de que el tipo de cambio se ajustaría.

Por el otro lado, la Aduana demostró también que las importaciones al dólar oficial son la mejor manera de fugar divisas y hacerse de enormes diferencias a través de los mercados financieros y las cuevas, en lo que se conoce ya como el rulo “importador”.

Más operativos

Así, crecieron los volúmenes de bienes sin una demanda inmediata, por un lado, y de bienes sobrefacturados y con declaraciones aduaneras inconsistentes (declararon un bien de marca premium y trajeron bienes de marcas alternativas, o hasta “cajas vacías”).

Por ejemplo, días atrás, en un operativo en Ezeiza, el organismo de control y recaudación de tributos de la AFIP descubrió en una importación vía courier, en Ezeiza, que la declaración jurada de un embarque (1157 cargadores y cables para celulares y notebooks de marcas alternativas, con un valor en Aduana de US$ 11.561) no coincidía con la mercadería arribada: 2891 unidades de primeras marcas con un valor de casi 5 veces más al declarado.

Operativo en Ezeiza

No sólo se trató de “importación prohibida por no cumplir con la certificación de seguridad eléctrica, sino que la operación incurrió en fraude marcario.

La inexcusable conducta fraudulenta no puede tampoco hacer olvidar que la distorsión del mercado la impone el propio Estado con su administración del comercio y del tipo de cambio.