El 20 y 21 de julio no se prestó servicio regular de practicaje y pilotaje en el país, respetándose sólo las guardias ante eventuales situaciones de emergencia. Los prácticos las llamaron “jornadas de reflexión”. Cerca del Gobierno hablaron de paro, acción de fuerza y lock out.

La decisión tomada por los prácticos –profesionales independientes cuya actividad está desregulada y no se rige por los cánones gremiales (paritarias, convenios colectivos, etc.)– tuvo como objetivo llamar la atención sobre un único punto: el desconocimiento de sus interlocutores directos. Estos son el director de Transporte Fluvial y Marítimo, Gustavo Deleersnyder, y el subsecretario de Puertos, Jorge Metz.

Los prácticos no ven que el servicio que prestan sea susceptible de sufrir un “techo” a las tarifas (tal es la intención de Metz y Deleersnyder) bajo las condiciones actuales en que brindan tal servicio. El diálogo de 20 meses no prosperó y los prácticos denunciaron “aprietes y amenazas” por no atenerse a cumplir con la prerrogativa de los funcionarios de Transporte de bajar los costos. Las 48 horas sin actividad fue la forma elegida para que el mensaje llegue a los jefes de sus interlocutores.

Las autoridades no cedieron. Deleersnyder fue a la Armada para solicitar que los oficiales con rango de capitán de navío presten los servicios que los prácticos se negaron a dar. La negativa de la Armada –que es la que titula a los prácticos– terminó por reafirmar la delicada y trascendente actividad del practicaje. Y los prácticos le agradecieron a la fuerza su “sensatez y coherencia en medio de tanta mediocridad oficial”.

Las presiones no cesaron. Presumen los prácticos que Metz le pidió a la Prefectura que intime a los profesionales, citándolos a declarar “qué hacían tal fecha, a tal hora, dónde estaban, y por qué no prestaron el servicio requerido”. Difícil sayo el impuesto a la Prefectura que, como de Policía de la Navegación, fue compelida a oficiar de policía pero en otro contexto, incluso iniciando sumarios administrativos.

El problema de un cruzado no es su objetivo, sino que su celo se torne obsesivo y nuble su razón al punto que importen menos los medios que el fin perseguido. Ya tildados de irracionales por los prácticos, las autoridades no sólo provocaron la negativa de la Armada y la incomodidad de la Prefectura, sino que multiplicaron la cantidad de prácticos que se acercaron para vincularse a la Asociación Civil que los agrupa.

Los costos del practicaje son objetados en todo el mundo por quienes lo pagan. No es un problema nacional ni político. Sin ir más lejos, la depuesta Dilma Rousseff creó en 2012 la Comisión Nacional de Asuntos del Practicaje para regular las tarifas del servicio. Mismo objetivo que buscan Metz y Deleersnyder.

La situación es severa. El practicaje quiere repetir la decisión. Si bien hay reuniones informales con otras autoridades del Gabinete, estos profesionales repetirían la “reflexión” por entre 72 o 96 horas si todo sigue igual.