Diana Tussie dice que vivimos “una coyuntura sin precedentes”, y que, a pesar de que estamos en un caos, la situación actual “contribuye a una refundación o reconstitución del orden comercial”.

¿Es factible la refundación del sistema de comercio global a partir del caos?

Fin del multilateralismo para unos; reconfiguración del multilateralismo, para otros. Mundo bipolar. Globalización en retroceso; regionalización en ascenso.

Las variantes son muchas, tantas como interlocutores se consulte. ¿Hacia dónde va el sistema de comercio global? ¿Y la Argentina?

Hoy, en el discurso que pronunció ante la 74 Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el presidente Mauricio Macri se refirió al aporte que nuestro país hizo durante su gestión “al fortalecimiento del multilateralismo y la gobernanza global”.

“Desde que asumí en 2015 decidimos dejar atrás una etapa de confrontación con el mundo y desarrollar una inserción internacional inteligente en un contexto global complejo, de incertidumbres y crecientes tensiones políticas, decidimos asumir una responsabilidad y hacer un aporte al fortalecimiento del multilateralismo y la gobernanza global”, dijo el presidente Macri al hablar ante la Asamblea de la ONU

La Directora del Área de Relaciones Internacionales de Flacso e Investigadora Superior del Conicet cree que no hay país que pueda salvarse de los efectos de la actual coyuntura signada, entre otras cuestiones, por la llamada guerra comercial, que tiene como protagonistas centrales a Estados Unidos y China.

Todos en el mismo barco

“No creo que nadie se salve -dependiendo de lo que definamos como salvarse-. Los países que dependen de las exportaciones, que son muchísimos, incluida la Argentina, porque necesitamos dólares por el tema de la deuda, estamos en un contexto recesivo y así, con o sin multilateralismo, los precios de las commodities caen. Vivimos una situación que no es óptima con o sin multilateralismo”, opina Tussie.

Ricardo Rozemberg cree que “resulta muy difícil pensar en el multilateralismo como medio para arbitrar y administrar” el nuevo escenario global.

“La escalada de las tensiones comerciales y el potencial alejamiento respecto de un sistema de comercio multilateral basado en reglas son riesgos críticos para las perspectivas mundiales”, explica el integrante del Centro Ideas de la Universidad de San Martín.

Destaca luego que desde la asunción del Presidente Trump en EE.UU., la retórica proteccionista se fue traduciendo, cada vez más, en medidas concretas, en la forma de aranceles a una variedad de importaciones -entre ellas, fundamentalmente las procedentes de China-, al mismo tiempo que los socios comerciales afectados tomaron o prometieron tomar represalias y otras medidas de protección.

Y señala que pese a sus indefiniciones, el Brexit genera temores por su potencial impacto negativo en el comercio global, fundamentalmente el europeo.

Visiones sobre el escenario mundial

Según Rozemeberg, el actual proceso de crecimiento de la economía mundial muestra un menor grado de interdependencia recíproca que el observado en décadas previas.

“Tanto el comercio internacional como el flujo de inversiones de empresas multinacionales carecen del dinamismo anterior”, dice antes de describir algunos de los efectos que causó el fenómeno.

Desde que asumió la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump no ahorró críticas hacia la Organización Mundial del Comercio, sinónimo del multilateralismo.

“Dio lugar al surgimiento de diferentes visiones sobre el escenario internacional para la realización de negocios comerciales y de inversión, desde las más negativas que sostienen que la globalización llegó a su pico máximo en 2008 y desde entonces retrocede, hasta las más optimistas, que esperan una consolidación y/o profundización del proceso globalizador (una vez atravesado un período de transición). En el medio, se ubican los que sostienen que, efectivamente, el fenómeno de la internacionalización productiva avanza más lentamente y luce más vulnerable, pero descartan la posibilidad de un retroceso –al menos importante- en la orientación general de la organización de la producción y el comercio a escala mundial”.

Asomarse a lo que vendrá

Concretamente, ¿cuál es el futuro del multilateralismo?

Tussie considera que no veremos un multilateralismo igual al de los últimos 60 años.

“No vamos a volver al pasado. El multilateralismo se reconfigurará adoptando y adapatando los nuevos conflictos y las nuevas formas de resolverlos y, por supuesto, de incorporar a China, que no es poca cosa. Buena parte de los conflictos que tenemos y vemos -aunque no los suframos- tienen que ver con la incorporación de China. Eso también me hace pensar que la baja tasa del crecimento del comercio tiene que ver también con una baja del crecimiento chino, que fue la locomotora de los últimos 20 años”, reflexiona.

Y por casa, ¿cómo andamos?

Marcela Cristini aclara que, en términos generales, el comercio internacional de la Argentina presentó un resultado esperado durante el primer semestre de 2019, con crecimiento moderado de las exportaciones y fuerte caída de las importaciones.

Los deberes para 2020

La economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) agrega de inmediato que el desafío a partir de 2020 será mejorar el desempeño exportador, normalizar los flujos de importación y reforzar la dirección de las políticas públicas para asegurar un cambio de perfil hacia una mayor inserción internacional del país.

“Todo esto se dice muy fácil, pero ha sido una de las fallas estructurales de nuestra economía históricamente”, admite y suma un factor de peso: la complejidad del panorama mundial.

“Hay varios elementos que operan en contra en el plano internacional: la desaceleración del comercio, la recesión que parece instalarse en los países centrales, la guerra comercial entre China y EE.UU. y el unilateralismo norteamericano que amenaza el funcionamiento de todos los acuerdos internacionales empezando por la OMC pero sin olvidar otros como el de Cambio Climático.

Buenas y malas

En ese clima adverso, la Argentina tiene a favor un tipo de cambio alto en términos reales que tenderá a mantenerse en el tiempo debido más a la vulnerabilidad financiera externa del país que debido a que finalmente se haya construido un círculo virtuoso de crecimiento con exportaciones en aumento, advierte Cristini.

Y agrega que otro aspecto positivo son las negociaciones que posicionaron a la Argentina buscando socios comerciales en el mundo en los últimos años, y la creciente vinculación con los mercados del Este Asiático que, aun en el contexto de menor crecimiento mundial, continúan liderando las actividades.

China se convirtió en el tercer socio comercial de la Argentina durante el primer semestre de 2019: 7,7% de las exportaciones y 17,7% de las importaciones se concentraron allí.

“En el caso de China, se ha constituido en nuestro tercer socio comercial (concentró 7,7% de las exportaciones y 17,7% de las importaciones en el primer semestre 2019). El significativo saldo negativo que la Argentina mantiene con este país llevó a activar negociaciones para aprovechar las oportunidades comerciales que ofrece su enorme mercado, lo que empujó a un aumento de nuestras ventas hacia allí en la primera mitad del año (los acuerdos para reducir barreras sanitarias para agroindustria fueron un buen comienzo)”, detalla la economista de FIEL.

Y luego enumera algunos de los principales problemas del país:

  • En conjunto, las exportaciones e importaciones de la Argentina volvieron a perder participación en el comercio mundial. Apenas representan entre 0,3 y 0,4% del total.
  • En 2018, el coeficiente de apertura de la Argentina (el promedio de exportaciones + importaciones como participación del PBI) fue de 13,5% frente al 38% de México o el 25% de Chile.

Economías cerradas

“Esa modesta participación del comercio en las actividades económicas es semejante a la de Brasil: 11,5% en 2018”. Traducción: nuestro principal socio tiene una economía tan cerrada como la nuestra.

A su turno, Pablo Parola, Socio de la Consultora R4B, advierte que aunque algunos sostengan que la guerra comercial entre China y EE.UU. puede implicar una buena noticia para países como Argentina y Brasil, se trata de una mirada cortoplacista y muy parcial.

“Esa lectura se aplica especialmente para las exportaciones primarias de ambos países, teniendo en cuenta que EE.UU. es un gran proveedor de soja para China y con la imposición de aranceles a la soja estadounidense el gigante asiático tendría que buscar nuevos proveedores. Ahí es donde aparecen Brasil y Argentina, dos de los tres principales productores mundiales de la oleaginosa. Pero sin dudas, la prolongación del conflicto no es una buena noticia para la economía regional en el largo plazo”, asevera.

Utopía viable

Parola desliza en que aunque en medio del actual contexto de crisis local y del complejo panorama internacional parezca una utopía, “la Argentina tiene posibilidades de ingresar a un sendero de crecimiento sostenido”.

Para ello, sin embargo, insiste con que es fundamental que el país dé un salto cualitativo en sus exportaciones lo que implicaría, entre cosas, hacer una buena lectura de nuestra oferta exportadora y del análisis escenario global, y mejorar la preparación de nuestras empresas.

Rozemberg es tajante: “Argentina puede y debe dejar atrás el muy mal desempeño histórico en materia de crecimiento, y para eso necesita una estrategia con protagonismo de las exportaciones que, comparada con la historia de los últimos 75 años, implica un giro copernicano”.

El economista concluye explicando que se trata, en esencia, de que las exportaciones y la inversión -los dos componentes de la demanda global más vinculados al ahorro- lideren el crecimiento de la economía, permitiendo así un crecimiento del consumo más sostenible, con lo que la economía “sería mucho menos vulnerable de lo que ha sido habitual en la Argentina”.

Entre el pasado y el futuro

Dicen que la Argentina es el país con mayor proporción de psicólogos (respecto de su población) de todo el mundo. También que somos especialistas (sin importar el tema) en decir qué debería hacerse para que las cosas funcionen bien.

¿Será que como casi todo en nuestro país a la hora de hablar de la relación con el comercio internacional encontramos dos posiciones extremas influenciadas por esas condiciones?

Vamos del revisionismo histórico –por lo general, crítico- a la futurología esperanzadora -por “el potencial” desaprovechado-, casi sin escalas.

¿Llegará el tiempo en que nos ocupemos de hacer y corregir lo que haga falta en el presente para que podamos llegar a ese futuro que a medida que avanzamos se sigue corriendo y parece no llegar nunca?