“Lo que recibimos era nuestro, administrado por otras personas”.

Juan José Gómez Centurión, director general de Aduanas, recurrió a la honestidad intelectual y a un sinceramiento “cultural” para definir más que un punto de partida, la continuidad de la administración del organismo más antiguo del país, la Aduana argentina.

No hablar de “herencia recibida”, y englobar a toda la comunidad del comercio exterior en esta confesión, define el carácter apolítico y estratégico del funcionario al que el presidente Mauricio Macri le encomendó la transformación de la Aduana, convencido que del desarrollo del comercio exterior “dependerá el futuro de nuestros hijos y nietos”, según le dijo el mandatario, al pedirle, más que ofrecerle, el cargo.

“El inventario que recibimos de la Aduana es el de un desbalanceo entre el criterio de facilitación y el de control. Podemos cargarle todo el peso a la Aduana de esto, y no nos equivocaríamos. Pero también era la Aduana de un comercio exterior y de una economía desbalanceada Todavía hoy hay que seguir analizando cientos de normas y directivas y un arco tributario que esconde proteccionismos y medidas paraarancelarias. Pero la Aduana es el último escalón del control de esto. Para desintoxicar la Aduana tenemos que primero desintoxicar el comercio exterior y la economía. Y todavía no nos damos cuenta del alto índice de toxicidad que tiene la economía”, ilustró Gómez Centurión.

Según el funcionario, antes de saber “qué Aduana queremos” la Argentina debe tener en claro “qué comercio exterior y qué economía quiere tener”.

En los términos de control y facilitación, y en el desbalanceo que se recibió de la gestión anterior, Gómez Centurión y su equipo están convencidos de que “un control más inteligente es lo que genera la facilitación” del comercio exterior.

 Como caso testigo, recordó que se viene de un modelo de control donde la selectividad del canal rojo promediaba el 42% que, luego, “sólo generaba el 1,2% de diferencias” entre lo declarado y lo real.

Este “sistema asimétrico” de control era manejado por “guarismos y reglas” cuyo impacto era “desconocido y su gestión era discrecional”, advirtió.

Sintetizó los cambios logrados a partir de los cambios introducidos en la primera reorganización aduanera, que separó las áreas de control y de fiscalización, y que continúa ahora con el operador de riesgo administrado (ORA). “Empezamos a fiscalizar las DJAI y surgió una diferencia de 15.500 millones de dólares entre las DJAI firmadas, los dólares comprados al dólar oficial y girados al exterior (en tiempos de cepo cambiario) y el despacho real de mercaderías”, ejemplificó.

“En el modelo de fiscalización anterior, ¿a nadie se le ocurrió preguntarle a la empresa inscripta como textil para qué había traído durante 5 años flores de plástico o piedra pómez?”, ironizó.

Gómez Centurión repitió una vez más el paradigma que la nueva gestión AFIP/Aduana pretende: reducir al mínimo el contacto físico y presencial en el control de la carga, “porque el que pretende controlar todo no controla nada”.

Así, el modelo en marcha es el control de riesgo por operador, con información anticipada, aprovechando “la base de datos más grande de América latina, que es la de la AFIP” y recurriendo a instrumentos como el big data mining (minería de datos) para segmentar los perfiles de riesgo.

“Hoy estamos cazando en el zoológico, controlando a los 1700 operadores responsables del 80% del comercio exterior argentino. Vamos a abrir el zoológico y cazar a los operadores ilegales, los que están afuera”, indicó.

Gómez Centurión dijo que “se viene un debate intenso, y no hay cambio sin debate. Les pedimos a ustedes, como nuestros auxiliares, una participación intensa porque hay muchos temas por consensuar”.

Lo escuchaban atentos los despachantes de aduana, que permanentemente parecen tener que refrendar su rol central en el comercio exterior, durante el cierre del seminario “Nuevas tendencias del comercio exterior”.

Su cierre, remitió nuevamente a sus definiciones iniciales.

“La sociedad ve pasar cascos y chalecos por delitos cometidos desde el Estado. Tenemos la obligación de validarnos ante la sociedad con un fuerte criterio de integridad personal”, concluyó.