El panorama local enfrenta desafíos que continúan condicionando el desempeño macroeconómico en 2023 y que formarán parte del escenario que recibirá el próximo gobierno en diciembre. Las empresas operan en una economía con menor disponibilidad de divisas, restricciones a las importaciones, inflación elevada y menor nivel de actividad que en los dos años previos. El contexto internacional condiciona el panorama nacional, con dificultades en el comercio exterior, la tasa de inversión, la situación cambiaria, el financiamiento público y privado y la performance económica general.

Así arranca el informe “El comercio exterior y las importaciones en 2023: de la incertidumbre internacional a las dificultades para importar en la Argentina”, recientemente divulgado por la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), con el objetivo de trazar con la mayor asertividad posible el escenario actual en el que operan las empresas que se abastecen de insumos y bienes del exterior para fabricar localmente.

En un contexto eleccionario, los negocios enfrentan un panorama de reservas internacionales escasas, que son “menores a un mes de importaciones, en torno a los US$ 4500 millones”, y una inflación que supera el 100 por ciento, completando un escenario de “inconsistencias macroeconómicas”.

Demanda y oferta

“La inflación genera expansión del consumo privado financiado con emisión monetaria y pesos atrapados por el cepo. En este marco, la dinámica de precios y demás variables nominales se fueron acelerando, pasando del 50% en 2021, luego al 90% en 2022 y se cruzó la barrera del 100% en 2023. En 2022 se emitió 10% del PBI para financiar al Tesoro. La compra de bonos, el dólar soja e intereses de bonos buscaron ser instrumentos para corregir algunas inconsistencias”, explican desde CIRA.

Con una inercia inflacionaria y exceso de pesos, se da una “mayor demanda de bienes y servicios o bien la búsqueda del resguardo, que impulsa la suba de los tipos de cambio no oficiales y  mantiene la brecha cambiaria en torno a 100%, según el tipo de cambio considerado”.

Por otra parte, el cepo importador (restricción al acceso de las divisas) tiene un efecto recesivo e impacta por el lado de la oferta, considerando la gran participación de las compras externas en los procesos productivos”.

“El frente externo envía señales que se compensan parcialmente: por un lado, los precios de la energía a la baja ayudan a atenuar el déficit energético. Por otro lado, la mayor fortaleza del dólar a nivel global y los buenos números esperados para la cosecha de Brasil podrían empujar hacia abajo los precios de las materias primas agrícolas, que todavía se mantienen en valores elevados en términos históricos”, agrega el informe.

Agotamiento y sequía

Desde la CIRA advirtieron que el crecimiento del orden del 8% registrado en 2022 comenzó a mostrar “signos de agotamiento” y, luego del máximo registrado en agosto pasado, “el nivel de actividad se retrajo los tres meses posteriores, con contracciones marcadas en algunos sectores. Por ejemplo, en diciembre pasado, la actividad de la construcción se contrajo 10% anual y 3,5% respecto del mes anterior y la actividad industrial lo hizo un 2,7% anual y 1,2% mensual en dicho mes”.

A estos indicadores se le debe adicionar el serio impacto de la sequía que podría restar hasta 20.000 millones de dólares a las exportaciones, según el consenso de diversos analistas, “dificultando aún más la disponibilidad de dólares y por ende complicando el panorama importador”.

A propósito, el Gobierno lanzó la semana última el Programa de Incremento Exportador (PIE), por el que estableció un cambio diferencial para las ventas de soja y de productos de las economías regionales en el orden de los 300 pesos por dólar, con el objetivo de conseguir al menos US$ 9000 millones en liquidaciones.

“Las restricciones a las importaciones resultaron en el actual esquema la válvula que se abre o se cierra dependiendo de los dólares disponibles. Con la escasez de dólares actual y proyectada, la anterior dicotomía de incentivar el nivel de actividad a costa de distorsiones en otra variable luce imposible”, subraya el trabajo.

Deuda privada

La CIRA recuerda que la expansión registrada en las compras externas en 2022 fue en gran parte “financiada” por el incremento de la deuda externa privada “que alcanzó un máximo hacia el tercer trimestre de 2022, de acuerdo con un informe reciente del BCRA”.

“El menor ingreso de divisas por exportaciones y el menor financiamiento de las importaciones son los principales hechos a seguir en el comercio exterior. Las exportaciones se ubicarían en torno a US$ 80 mil millones y las importaciones en US$75 mil millones, según el REM del BCRA”, explicaron.

De esta manera, el año en curso estará signado por la “menor oferta de dólares y restricciones de acceso a divisas (cepo), inflación creciente, presión cambiaria y con severos riesgos financieros dada la emisión acumulada (y la necesaria para 2023) y los fuertes vencimientos en pesos”, agregaron desde CIRA.

Disyuntiva

Sin ignorar los datos sociales de pobreza (42%, desde el 36,5% del primer semestre de 2022) y desempleo (8,5%), los importadores manifestaron que es esperable una caída de la actividad económica de hasta el 3% por los efectos de la sequía y el menor ingreso de divisas, afectando a su vez la provisión de bienes desde el exterior.

“Adicionalmente, el Gobierno se encontrará en la disyuntiva entre cumplir con la meta del FMI en el plano fiscal o impulsar la demanda con un mayor gasto público. Lo primero, agregaría un factor adicional de contracción, aunque lo segundo distorsionaría aún mas las variables económicas con final incierto”.

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Imagen de portada: “Ship in the mist…” por simonallardice bajo licencia CC BY 2.0 .