La cultura rioplatense parece haber ejercido con fuerza su influencia sobre la 11  Conferencia Ministerial de la OMC (MC11): lo que ocurrió en la cumbre de Buenos Aires bien podría ser la letra de un tango, esas que hablan de desencuentros, traiciones y desamores.

Roberto Azevêdo, el Director general de la OMC, se va del país con una “decepción amarga”. Susana Malcorra, presidenta de la MC11, admitió: “Nos quedamos cortos en muchas cosas. Decir otra cosa sería querer tapar el sol con las manos”.

Buenos Aires no tuvo Declaración Ministerial (documento que implica que se llegó al consenso de todos los miembros). Hoy se anunciaron varios “Proyectos de Decisiones Ministeriales”.

Si bien es cierto que son medidas de menor rango –para que existan alcanza con que sean acordadas por un grupo de países- las cuestiones contemplados en las mismas generan optimismo entre los defensores de la OMC.

“Es una forma de incorporar temas que ayudan a actualizar la estructura del organismo y a plantear una agenda de futuro”, interpretó un funcionario de Ginebra.

Entre los “Proyectos de Decisiones Ministeriales” hay uno referido a Comercio electrónico, otro sobre Pymes y uno sobre Pesca.

“Se logró avanzar en Pesca, tema que estaba congelado hace 15 años. Se incorporaron cuestiones que forman parte de la OMC del siglo XXI como las pymes, el empoderamiento de la mujer y el comercio electrónico en el sentido más amplio. Se trata de acuerdos plurilaterales muy significativos porque en ningún caso bajan de 70 países”, dijo Malcorra.

El negocio pesquero mueve US$146.00 millones al año y los subsidios van entre US$20.000 y US$35.000 millones anuales (esa es la herramienta clave para que barcos de países lejanos puedan llegar a nuestras costas a pescar de manera ilegal). Según datos de la ONU, los pescadores sólo reciben 1/5 parte de esa ayuda y no siempre repercuten en la mejora de sus condiciones.

“Queríamos ir más lejos aunque por primera vez se comprometieron a brindar más información sobre los programas de subvenciones”, dijo Azevêdo sobre el tema de la Pesca cuando la noche había caído sobre Buenos Aires.

A primera hora de la mañana, la Comisaría de Comercio de la Unión Europea, Cecilia Malmström, había hecho pública su dura opinión sobre el tema a través de Twitter: “En la reunión @WTO # MC11, los miembros ni siquiera pueden aceptar dejar de subsidiar la pesca ilegal. Horrendo. La UE intentó con todas sus fuerzas, pero el comportamiento destructivo de varios países grandes hizo que los resultados fueran imposibles. ¿Cómo hemos terminado aquí?”, se preguntó.


Es justo señalar que las diferencias y dificultades en la agenda “venían desde Ginebra” y responden, como explicó un diplomático que formó parte de las negociaciones, a problemas estructurales. Sin embargo, el balance de la MC11 deja un sabor amargo: los 164 delegados no pudieron lograr consenso en ninguno de los temas planteados: Subsidios a la pesca (el corazón del tema pasa por el combate a la pesca ilegal), Comercio electrónico, Facilitación de inversiones, Desarrollo, Servicios y Agricultura.

“En estos últimos tres días lo que vimos es el multilateralismo, es a 164 países obrando juntos y debatiendo. Progresamos en varios ámbitos pero los países no se pudieron poner de acuerdo en varios de ellos. Nuestra labor continuará post Buenos Aires”, arrancó Azevêdo.

“No pudimos obtener resultados y no siempre es posible hacerlo, pero eso no disminuye la decepción que sentimos”, agregó, una “decepción amarga”, describió antes de admitir que ahora es tiempo de un “examen de introspección”.

Azevêdo, Malcorra y Rockwell, vocero de la OMC, durante la conferencia de prensa de clausura de la MC11 @WTO

Dedicó elogios para el Gobierno argentino (destacó por ejemplo el Foro Empresarial que se hizo en el CCK y no sólo “la cantidad sino la calidad de reuniones paralelas” a la MC11) y para la labor de Malcorra.

“En momentos tan difíciles fue muy importante haber recibido un mensaje político de apoyo al sistema multilateral como el que se vio en la apertura (cuando los presidente de Brasil, Paraguay y Uruguay estuvieron acompañando a Macri). Lo decepcionante es que eso no se tradujo en acciones”, dijo tajante el diplomático brasileño.

“El multilateralismo no es obtener lo que queremos sino lo que es posible. Si valoramos el sistema tenemos que venir sabiendo que hay que hacer concesiones –a veces dolorosas- y eso es algo que faltó en esta reunión. El sistema no es perfecto, pero es el mejor que tenemos. Lo lamentaríamos mucho si lo perdiéramos”, agregó luego.

Nueva narrativa

Ante la rueda de prensa final, Malcorra dijo que se trató de una “Conferencia Ministerial muy compleja”. Y más allá de los resultados formales –o la falta de ellos- eso quedó en claro con algunos de sus gestos, como cuando agradeció de modo ferviente a los “infatigables facilitadores” y a su “amigo” Azevêdo el trabajo y esfuerzos realizados.

Habló de “empezar a construir una narrativa que acerque la OMC a la gente”, recordó que el comienzo de esta reunión fue con “una fuerte declaración de apoyo multilateral de los presidentes de la región”, que Macri “hizo un llamado a balancear los intereses nacionales con el interés común” pero que, tal como antes había señalado el Director de la OMC, “quedó demostrado que no estuvimos a la altura de eso”.

Se pudo avanzar en temas importantes, hubo compromiso y esfuerzos para encontrar soluciones pero no hubo resultado. La Conferencia llegó a su fin pero no termina aquí. El sistema de comercio está en una encrucijada y es necesario recrear espacios”, comentó Malcorra.

Según la ex canciller, en Buenos Aires se entendió que “el diálogo y no sólo la negociación es parte de nuestro trabajo”.

Que haya vida después de Buenos Aires depende de nosotros”, advirtió antes de contar que esa frase que acuñó (“Hay vida después de Buenos Aires”) es importante porque el grado de complejidad actual es tal, que “ni siquiera eso estaba asegurado” antes de comenzar la cumbre.

Por todo eso, Malcorra cree que, “medido por los riesgos que había antes de venir, el balance final es positivo”.

Azevêdo se encargó de señalar que hay resultados de dos tipos y que más allá de “las cosas tangibles” el hecho de, por ejemplo, “evitar que se desmorone un sistema” no es un dato menor.

Quizá haya que esperar a que las ideas decanten, los ánimos se apacigüen y el desencanto (o la decepción a la que Azevêdo hizo referencia en varias oportunidades a lo largo de la tarde) dejen espacio para comprobar si efectivamente lo que a primera vista parecen pequeñísimos logros se transforman en cimientos de la nueva narrativa –y arquitectura- que demanda la sociedad.