Prueba de que la brutal sequía que afectó a la Argentina en más de un 50% de su producción agrícola y desplomó sus exportaciones en un 25% no es un efecto aislado y podría tener mucho que ver con el cambio climático es la situación que atraviesa el nivel de agua en el Canal de Panamá, la conexión artificial entre los océanos Atlántico y Pacífico excluyente del comercio mundial.
Es sabido que el canal funciona con una serie de esclusas que elevan los niveles de agua para permitir el paso de los buques entre los océanos, por donde transita el 3% del comercio mundial. Esos niveles de agua dependen, a su vez, de las lluvias.
La falta de lluvias afectó seriamente la dinámica logística en el canal, que tomó como primera medida la restricción en la cantidad de buques pasantes a un calado de 13,11 metros. Fuentes de la Autoridad Canal de Panamá estimaron una pérdida de US$ 200 millones para 2024, debido a esta situación. Por día, son 40 buques los que cruzan el canal.
Con la escasez de agua, y considerando que para cada barco pasante se usan 200 millones de litros de agua dulce para moverlo a través de las esclusas, se racionó a 32 los buques por día que pueden atravesar el canal, que sirve de conexión a a 180 rutas, en 170 países, y conecta a 1920 puertos en todo el mundo.
Impacto económico
Mientras se espera que la situación se prolongue por al menos un año, las navieras alteran su logística para evitar retrasos: descargan contenedores en una punta para navegar más “livianos” y los vuelven a embarcar en la otra punta, luego de que transiten en tren todo el trayecto.
Asimismo, aunque la opción histórica de cruzar por el estrecho de Magallanes sigue en pie, instrumentaron una serie de recargos para hacerse de liquidez y lograr pagar la “ventana” para el cruce, un espacio de tiempo que la Autoridad del Canal subasta y por el que se pueden llegar a pagar US$ 350.000.
Según informó PortalPortuario.cl tanto CMA CGM como Hapag-Lloyd optaron por recargos por TEU de entre 300 y 500 dólares.