“Las retenciones a la exportación fueron un palazo. Cuando escuché el anuncio sentí que me mataban. Me pareció increíble que el Gobierno aplicara un impuesto sobre las exportaciones industriales.”
El que habla es Jorge Barisonzi, director general de IMS (International Merchandising Solutions), empresa que vende casi toda su producción al exterior y que fue puesta como ejemplo por Mauricio Macri durante la presentación de “Argentina Exporta”.
#ArgentinaExporta
?? Con trabajo, esfuerzo, humildad y dedicación continuamos posicionando bienes de alto valor agregado en más de 30 países. ¡Agradecemos el reconocimiento de @mauriciomacri y @dante_sica a nuestra trayectoria! @CancilleriaARG @InvestTradeARG @MarceloElizondo pic.twitter.com/X0LoKRrcDW— IMS (@imscompanyarg) 12 de octubre de 2018
“También tenemos otros… Se llama IMS, está en San Fernando. Que se pare por favor. Una firma que fabrica en San Fernando y exporta exhibidores de alimentos, el 80% de la producción exporta. Siguen invirtiendo para el 4.0 y tienen inquietudes”, dijo el Presidente en el CCK, en el acto de lanzamiento del programa con el que el Gobierno se propone que para 2.030 se hayan triplicado las exportaciones y cuadruplicado la cantidad de empresas exportadoras.
Pese a los elogios presidenciales, durante una entrevista con Trade News, Barisonzi no duda un segundo: destaca lo que está bien, pero critica sin medias tintas lo que considera equivocado.
Crecimiento fronteras afuera
IMS nació hace 14 años. Hoy tiene 120 empleados y un índice de exportación “cada vez mayor porque el mercado nacional se vaporizó”, cuenta Barisonzi.
“En la Argentina atendemos supermercados de media y alta gama, y populares como Coto, que es un buen cliente nuestro. Pero hoy Carrefour está con una inversión nula, Jumbo casi nula (lo último que hicimos fue Jumbo La Horqueta), Walmart se está achicando. Axion que era un cliente importante para nosotros tampoco está invirtiendo”, describe el CEO de IMS, y agrega: “En el mejor momento de inversión del país, en 2008, exportábamos 60% de la producción. Creo que este año ese número va a trepar a 90%.

Jorge Barisonzi junto a Oscar Hansen, presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Sudafricana, en la inauguración de la Escuela de Oficios de IMS, en septiembre de 2017. Sudáfrica es uno de los principales destinos de exportación de la firma argentina.
-¿Qué cosas debería hacer el Gobierno?
-Tener una política de Estado de corto, mediano y largo plazo que permita sostener una Argentina industrial que genere empleo y sustentabilidad social y económica para el país.
La solución, claro está, no es tener todo cerrado y pedir simplemente que se defienda vivir con lo nuestro, sino tener una industria competitiva que cuente con productos exportables que marquen una diferencia en cuanto a tecnología y diseño. Y que a su vez permitan globalizar nuestra la producción a partir de incorporar piezas de otros países que potencien la mano de obra argentina.
De todas formas quiero remarcar que estos temas a mejorar quedan en segundo plano ante la increíble medida del Gobierno aplicando un impuesto sobre las exportaciones industriales.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de estas exportaciones tienen un gran componente de su valor dolarizado (materias primas como el hierro y otros metales, por ejemplo), lo cual descoloca toda la industria manufacturero que no es automotriz (ellos tienen regímenes especiales).
Lo de las retenciones demuele todos los esfuerzos exportadores que hemos hecho en los últimos tiempos, es un golpe prácticamente imposible de asimilar, con consecuencias gravísimas en las pymes industriales exportadoras.
Ya elevamos notas a todas las autoridades respectivas a nivel nacional y regional para que revean este impuesto insólito y confiscatorio, que afecta drásticamente a un producto industrial con márgenes pequeños.
Espero que se hagan eco y puedan dar una respuesta urgente a un tema tan delicado. En un momento en el que el país necesita imperiosamente de los dólares de las divisas de las empresas exportadoras, este impuesto confiscatorio ataca directamente la base de las posibilidades de incremento de las ventas, pone en peligro las actuales y mata toda posibilidad de nuevas inversiones.

Uno de los supermercados sudafricanos a los que IMS vende los exhibidores de alimentos que diseña y fabrica en San Fernando.
-En las últimas semanas se conocieron algunas medidas de facilitación, como la reducción de los aranceles para la importación de bienes de capital e insumos que no se fabrican en el país, y la simplificación del sistema de importancia temporaria. ¿Sirven esas iniciativas?
-Desde hace muchos años vivimos con un sistema de importación temporal arcaico y anti productivo, que en lugar de facilitar las importaciones las burocratiza y castiga, agregando costos imposibles de sostener. La actual administración comprende la problemática y acaba de anunciar grandes cambios que, esperemos, puedan llevar adelante, eso nos ayudará mucho.
Argentina tiene que mejorar en la competitividad de la industria con un plan consistente y eso significa que para mejorar las exportaciones tenés que agilizar las importaciones temporales, que hoy son un desastre burocrático.
Creo que debería permitirse a las empresas acceder a la modernización vía ingresos de bienes de capital sin impuestos, con financiación acorde y promoción, algo que hace unos años se hacía muy bien y que otros países que quieren empujar sus exportaciones realizan.
Otro aspecto en el que necesitamos mejorar fuertemente es en los procedimientos aduaneros, donde continuamente tenemos trabas y controles increíbles: nos paralizan los embarques y nos hacen perder buques con los consiguientes retrasos en las entregas (y los costos que esto genera). Incluso nos llegan a romper los embalajes para revisar las máquinas. Aunque parezca mentira esto pasa continuamente. Hace años que procuramos hacer aduana en planta, pero hay múltiples dificultades que lo imposibilitan.
-¿Qué lectura hace del nuevo tipo de cambio?
-Debemos sostener un tipo de cambio competitivo en el largo plazo, que nos permita mejorar la balanza comercial y ayudarnos a paliar las desventajas estructurales de nuestra ubicación geográfica y tantos años de burocracia anti-exportadora. El peor de los caminos es tener un dólar subvaluado, que solo llevaría a la destrucción de las exportaciones y las economías regionales.
El aumento del dólar nos ayudó, pero no en el porcentaje en que creció. Venimos de años de un dólar planchado que aumentaba menos que la inflación y los salarios. Un dólar a $18/20 no funcionaba. Hay que tener un tipo de cambio competitivo: ni el devaluado de 17 ni el de 42, aunque tal vez éste es más cercano a la verdad.
Argentina necesita generar trabajo en los centros urbanos y para eso hay que potenciar a la industria.
El país tiene un gran potencial en sectores como el software, pero con eso no alcanza. La industria argentina es muy poco competitiva porque estuvo mucho tiempo aislada.
Compramos chapa en Argentina, a los capitanes de la industria y pagamos 20% más caro el producto que en el resto del mundo.
Los proveedores nacionales más chicos, que si bien es cierto florecieron durante el gobierno anterior, terminaron cartelizándose y siendo muy ineficientes a nivel costos. Están clavados en costos que son pocos competitivos.
Somos un país que vive aislado, estamos en el final del mundo, no tenemos acuerdos de comercio. El único que tenemos es con Brasil, que es el peor socio posible porque para la industria argentina -exceptuando el sector automotriz- ir a vender a Brasil es dificilísimo: están protegidos, te persiguen, te copian. Todos hablan de las exportaciones a Brasil pero lo que se exportan son autos.
Argentina podría aumentar enormemente sus exportaciones con solo hacer lo que otros países hacen: direccionar todos los esfuerzos de la administración en el mismo sentido, potenciar todos los factores diferenciales (diseño, capacidad intelectual, capacidad e historia industrial) y de una vez por todas lograr un crecimiento sostenido y a largo plazo.