Horacio Rodríguez Larreta instruyó a sus equipos técnicos a que avancen en el relleno normativo del enunciado del artículo 8° de la constitución porteña: “El puerto de Buenos Aires es del dominio público de la Ciudad, que ejerce el control de sus instalaciones, se encuentren o no concesionadas”.

También con el cumplimiento del artículo 80 de la Carta Magna, que obliga al dictado de la Ley de Puertos de la Ciudad, y a la creación de su propio organismo de administración.

Los porteños se lanzaron a la batalla legal para agotar todos los planteos que la política le cerró: la Nación no da ningún tipo de esperanza respecto de la cesión de la “soberanía federal” del puerto.

Es una guerra paradójica de estilos intra-Cambiemos: la Ciudad llama a esta empresa “Dialogando BA: Ley de Puertos”, en un esquema donde consagra la participación pública, y convoca a quien quiera decir algo a hacerlo. Ese es el estilo que consagró el jefe de Gobierno Mauricio Macri en la ciudad capital del país.

¿Hay que recordar que Macri reclamaba el puerto para la ciudad cuando estaba “en el edificio de enfrente” de la Casa Rosada?

Fue una apuesta astuta la de Rodríguez Larreta: mostrar el estilo del caudillo que mudó de jurisdicción para dejar en evidencia al neo-caudillaje portuario nacional, desde la cabeza de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, Jorge Metz, hasta quien hoy detenta la administración del puerto capitalino, Gonzalo Mórtola.

La primera reunión fue el 19 de abril, en Parque Patricios. Convocatoria donde tronó la sonora ausencia de autoridades nacionales. Tres fuentes, porteñas y de la propia AGP, aseguraron que hubo una “orden de no asistir” al convite capitalino. Mórtola negó tal cosa ante una consulta de TRADE. Cuestiones de agenda.

Toda la cúpula que maneja la UPE Puertos en la Ciudad sabía de antemano que nadie asistiría. Probablemente por eso no suspendieron la convocatoria.

Por otro lado, ¿existe alguna razón lógica, en un año electoral, donde la Ciudad también jugará su rol excluyente, para sumar un ruido político interno? No, a menos que haya una mutua cesión de intereses.

Sí es un hecho que existe una tensa pulsión en la relación entre el ministro de Transporte nacional, Guillermo Dietrich, y Rodríguez Larreta, que viene de tiempos de trabajo conjunto bajo el ala del entonces jefe de Gobierno Macri. Cuando la Ciudad planteó su casi “inocente” y efectiva estocada al pedir para sí la administración del puerto a la Subsecretaría de Puertos nacional, Dietrich activó sus influencias para que el planteo pase a la intrascendencia total. Hasta ahora.

Rodríguez Larreta subsume decisiones de este talante al aval de Macri, cuya decisión paternalista asomará tras esta rencilla adolescente entre porteños y federales.