El presidente de la patronal mexicana lo dijo con claridad: “Preferible ceder a no tener acuerdo con Estados Unidos”. Luego agregó que la industria automotriz, la textil y la de medicamentos enfrentarán serios retos competitivos con el nuevo acuerdo.

México limita daños. Es cierto, esto es mejor que no tener acuerdo.

Sin embargo, también puede ser el inicio de una nueva época en los acuerdos comerciales, una donde el poder económico hace sentir su peso sin atenuantes, en acuerdos comerciales cada vez más desequilibrados.

Es cierto, México consiguió eliminar las peores amenazas (la cláusula de término automático del acuerdo cada 5 años; una norma de estacionalidad en el comercio agrícola que prácticamente impedía el acceso de sus productos agrícolas a EE.UU.; y una regla de origen automotriz que conduciría a la quiebra de su vibrante sector automotriz en 10 años), pero debió aceptar tanto un mecanismo de controversias más laxo como exigencias en reglas de origen automotriz que afectan a 1/3 de sus fábricas, y normativas más duras en propiedad intelectual.

Osvaldo Rosales se pregunta si el flamante acuerdo entre México y Estados Unidos no será el inicio de “una nueva época en los acuerdos comerciales, una donde el poder económico hace sentir su peso sin atenuantes, en acuerdos comerciales cada vez más desequilibrados”.

La cláusula de expiración automática del acuerdo cada cinco años obligaba a una renegociación perpetua, maximizando el poder de veto de EE.UU. y dinamitando la certidumbre en el comercio e inversiones de las partes.

Ahora el acuerdo tendrá una vigencia inicial de 16 años y, al sexto ejercicio, se someterá a revisión.

Pase lo que pase en esa revisión, los firmantes tendrán 10 años más para seguir negociando y buscando una solución a sus controversias.

Si bien es cierto siempre es posible denunciar los TLC y salirse de ellos, esa circunstancia está presente luego de considerar las múltiples instancias de diálogo, controversias y medidas de retaliación definidas ex ante, todo lo cual acentúa la certidumbre del comercio exterior y de los flujos de inversión de las partes involucradas.

En un contexto de proteccionismo o unilateralismo rampante, esta exigencia de revisar el acuerdo cada seis años agrega una cuota no despreciable de incertidumbre a los negocios.

Industria automotriz

En el caso de los vehículos a motor y sus componentes, se requiere que el contenido original sea de 75% (hoy es de 62,5% y EE.UU. pedía originalmente que fuese 85%).

Las nuevas reglas de origen establecen además que entre 40% y 45% del contenido de los automóviles esté fabricado por empleados que ganen al menos 16 dólares por hora trabajada (US$ 640 mensuales).

Los vehículos mexicanos que no cumplan con esta condición enfrentarán el arancel NMF de 2,5% y de 25% en el caso de las camionetas pick up.

Con esto, los consumidores norteamericanos enfrentarán mayores precios para los automóviles y las automotrices ubicadas en México reducirán su competitividad internacional pues deberán readecuar su estructura de costos a esta nueva exigencia.

Sector textil

Aquí se imponen mayores exigencias de contenido local en todos los insumos del sector lo que obligará a buscar suministro local o en EE.UU.

Esto se puede traducir en mayores precios para el consumidor y menor competitividad internacional para las empresas.

México junto con Centroamérica venían reconquistando gradualmente espacios en el mercado norteamericano de prendas de vestir gracias justamente a la utilización de insumos chinos más baratos que les permitían competir con los productos chinos terminados, dado el importante incremento de los salarios más bajos en China.

A partir del nuevo acuerdo, sus costos se elevarán y podrían perder parte del mercado que venían recuperando.

Solución de controversias

México aceptó eliminar el actual capítulo 19, referido al mecanismo de solución de disputas inversionista-Estado, capítulo que Canadá quiere preservar.

Con este paso, México queda a discreción de los mecanismos unilaterales de protección que EE.UU. pueda desplegar en este tema.

Este fue uno mayores motivos de disputa entre Canadá y EE.UU. durante la negociación del TLC de 1994. Mal hizo México sometiéndose aquí a la presión norteamericana y dejando en posición más débil a Canadá.

Agricultura

Se establecen compromisos para elevar la transparencia y las consultas al recurrir a restricciones en el ámbito de la seguridad alimentaria, lo que parece favorecer la agricultura transgénica estadounidense.

Propiedad intelectual

Se refuerzan las medidas para combatir el comercio de productos falsificados o piratas y el tráfico de secretos comerciales. Se eleva a 10 años la protección de los datos de medicamentos biológicos, protección que en Canadá es sólo de 8 años.

Comercio digital

Se incluye un capítulo dedicado al comercio de productos digitales, facilitando transacciones y prohibiendo aplicación de aranceles sobre libros electrónicos, música, videojuegos y programas informáticos.

Mientras el acuerdo avanza en liberalización de flujos financieros, tal como demandaba EE.UU., siguen en aplicación el arancel del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio impuestos por EE.UU. a Canadá y México, entre otros, y también las medidas de retaliación de México.

Si Canadá no se suma, Trump no tiene la autorización del Congreso para dividir el Nafta en dos acuerdos separados.

La incorporación de Canadá a este nuevo acuerdo no es fácil.

El plazo fatal es de 4 días… sí, 4 días para evaluar y decidir en torno a 30 temas pendientes.

Esto es así porque la fecha límite para el acuerdo tripartito es el 1º  de septiembre, dado que el Congreso norteamericano debe ser notificado 90 días antes de la firma del acuerdo.

El 1º  de diciembre asume el nuevo presidente de México y el máximo interés del gobierno saliente en México es irse firmando este acuerdo. Canadá podría impedir la última gran foto de Peña Nieto.

Los motivos de Canadá son relevantes:

  • Mantener el capítulo 19 del acuerdo
  • Preservar el actual acceso a las compras gubernamentales de EE.UU., que Trump desea eliminar
  • Preservar el actual esquema de cuotas a la importación de lácteos y que Trump desea eliminar

Trump acostumbra a anunciar un cierre exitoso en procesos aún en marcha y de final ambiguo. Si Canadá no se suma, Trump no tiene la autorización del Congreso para dividir el Nafta en dos acuerdos separados.

Cierto es que para Canadá sería un duro golpe perder el acuerdo con EE.UU. pero no es nada evidente que un acuerdo bilateral con México genere el respaldo suficiente en el empresariado norteamericano y en las filas republicanas.

Tampoco está fácil para Trump.

Con el diario del lunes 3 de septiembre será más fácil explicar lo acaecido.