Valorar el ingreso de la Argentina a los BRICS, acrónimo que remite a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, es un ejercicio de contextualización.
El primer dato de contexto tiene que ver con el tiempo, o la oportunidad del anuncio: el Gobierno está en retirada y prácticamente en bancarrota. Por lo tanto, sería ingenuo no hacer una lectura política del anuncio.
El segundo dato, es que ningún país entra a un bloque o firma un acuerdo sólo porque dos presidentes se den la mano o porque se emita un comunicado: son procesos largos y el Congreso tiene que aprobar el ingreso. Por veloz que sea el tratamiento, con la conformación parlamentaria actual, incluso con una ratificación express, nada asegura que se permanezca en un bloque si cambia el Gobierno y se renuevan las cámaras.
El tercer dato apunta al contexto comercial, económico e incluso financiero. Por el lado comercial, debemos decir que los dos principales socios de la Argentina están en el BRICS (Brasil y China). Por otro lado, nuestro país ya tiene preferencias arancelarias con los otros miembros: India y Sudáfrica. No hay mucho Por agregar en este punto.
Ballenas
Por el lado económico, es innegable la fortaleza de estas “ballenas” emergentes que en conjunto representan el 25,7% del PBI mundial, el 16% de las exportaciones, el 15% de las importaciones y nada menos que el 41% de la población mundial.
Luego está el contexto financiero: donde se debate la posibilidad de prescindir del dólar y de la dependencia norteamericana, y la obtención de créditos y financiamiento fuera de los organismos multilaterales que orbitan en torno al poderío norteamericano, como el FMI, el Banco Mundial y, por qué no, el Banco Interamericano de Desarrollo.
El menú de ingreso al Brics es variopinto y políticamente heterogéneo. Y a priori, sus ingredientes no maridan de manera armoniosa.
Origen
Repasemos cómo nacen los BRIC, primero y BRICS, después.
No fueron los países los que decidieron juntarse y formar un bloque, sino un ejecutivo de una banca de inversión –Goldman Sachs– que, de manera muy marketinera, ideó el acrónimo BRIC para crear portfolios de inversión en economías con una serie de características comunes: gran dotación de recursos naturales, mucha población y la condición de “mercado emergente”, por lo que sus economías estaban receptivas a los flujos de inversión extranjera directa.
El paper se lanzó en 2001, y fue un suceso. A tal punto que los propios protagonistas decidieron formalizar institucionalmente la idea que tuvo un banquero norteamericano. En 2006 sellaron la alianza, y luego sumarían a Sudáfrica.
Evolución
Pero lo que nació como foro político y de intercambio de ideas sobre integración comercial, cobró una relevancia inusitada a partir de al menos dos datos de peso: la escalada de tensión comercial entre Estados Unidos y China iniciada por la administración Trump, y una escalada de tensión política entre Estados Unidos y Rusia a partir de la invasión a Ucrania. En ambos casos hay un denominador común: las sanciones económicas y financieras.
De alguna manera, Estados Unidos fue empujando la integración de estos mercados. Y estos mercados vieron la posibilidad de emerger políticamente, primero, y financieramente después en una apuesta por destronar el símbolo del poder norteamericano: el dólar como divisa de intercambio comercial.
Los BRICS crearon hasta su propio banco de desarrollo, para sortear la dependencia del FMI y el BM entre otras instancias multilaterales de crédito. La propia China tiene una agenda internacional de ir comiendo como pacman adeptos por el mundo, financiando infraestructura con su iniciativa de la Ruta de la Seda, recreando la globalización que hizo famoso al gran mercader venenciano Marco Polo.
Motivaciones
Si con China y Rusia son comprensibles las motivaciones, con India no son tan claras. Primero, India fue históricamente un rival de China. Segundo, India es a Estados Unidos en servicios lo que China en productos. Tercero, es la democracia más grande del mundo y en su país conviven pacíficamente una multiplicidad de religiones. Curiosa convivencia con regímenes autocráticos como el ruso y el chino.
En el caso de Brasil se da otra particularidad. De tradición anglófila y muy cercano a Estados Unidos -al menos en las relaciones internacionales- la vocación del primer Lula de insertarse en el mundo explica su participación en el Brics. Pero, con la llegada de Bolsonaro, la agenda internacional desapareció y este Lula, que no tiene la fuerza de otros tiempos, busca ahora desesperadamente recuperar el protagonismo.
Y el auxilio financiero internacional a su amigo y aliado de siempre, la Argentina, es parte ahora de su obsesión.
Finanzas políticas
En diálogo con Trade News, el abogado brasileño Welber Barral, ex secretario de Comercio de Brasil entre 2007 y 2011 y socio del presitgioso estudio Barral Parente Pinheiro Advogados, matizó bastante la idea de los BRICS: “Es un grupo más, sobre todo político”.
“Lo que hizo Lula fue defender la presencia de Argentina como una forma que acceda a la financiación del Banco de los BRICS (el Nuevo Bando de Desarrollo)”, señaló, al tiempo que abonó la idea que que otro país latinoamericano “pueda defender los mismos puntos de vista de Brasil en cuanto a la lógica geopolítica”.
Parece entonces claro la conveniencia y las necesidades mutuas. Por el lado de Brasil, hacerse definitivamente fuerte con un aliado indiscutible en materia de seguridad alimentaria mundial como la Argentina (claves para China e India), y por el lado de la Argentina accediendo a una liquidez que definitivamente no consigue en ningún lado.
Potencial
Luego está el potencial comercial de los mercados de los Brics. Pero la pregunta es si realmente se puede aprovechar. El especialista en comercio exterior y negocios internacionales, Gustavo Segre, opinó que una cosa es un bloque económico “donde se propicia el comercio a través de reducción de los impuestos de importación y facilitación de los habitantes de un país circular por el otro país sin ningún tipo de restricciones, y otra cosa son los BRICS”.
“Hay que entenderlo en el marco de una ideología de izquierda sobre todo amparada por Rusia y China, con un Brasil que apoya, y una intención de cambiar la matriz financiera mundial sacando el uso del dólar y colocando el uso del yuan. La idea es sacar de eje a Estados Unidos, lo que preocupa a Occidente, y usar el yuan como moneda comercial”, explicó el experto.
Hay un hecho incontrastable: el PBI combinado y proyectado de los BRICS es mayor al del G7. Es lógica la preocupación de Estados Unidos, y de Europa, de la consagración de este mundo bipolar.
Reacciones
Aún así, la Argentina necesita seguir comerciando con el mundo. China asiste con el SWAP y Massa viajó a Brasil para lograr dejar el dólar de lado en el comercio bilateral. Para Segré, hay que buscar por este lado la inclusión de la Argentina en los BRICS.
“Brasil no puede financiar directamente a Argentina porque no está permitido y el Congreso no lo apoyaría. Brasil hace aportes a los bancos de la CAF y los BRICS y la idea sería financiar así el superávit comercial que tiene con Argentina. O sea, es buscar un atajo”, indicó el analista.
Siguiendo con los Brics, algo en la estrategia de este conglomerado sigue haciendo ruido. Con la aspiración de Irán de ingresar, la Argentina refrendará su asociación? Y cómo reaccionará Estados Unidos cuando su histórico aliado en el inestable Medio Oriente, Arabia Saudita, avance en su asociación también?
Tal vez estás sean las razones por las que existen las Cancillerías en todo el mundo, para entender en materia de relaciones internacionales.