La nota sobre el Consorcio de Gestión del Puerto Quequén, por estos días, debería ser que logró diversificar su perfil de negocios de terminal netamente agroexportadora para comenzar a recibir aerogeneradores en un nuevo predio.
También debería referir que tuvo el mejor comienzo de año de su historia, con más de “800.000 toneladas operadas” en enero último, y la recepción del primer barco con las palas para los molinos eólicos en el área recientemente concesionada, que abrirá las puertas para la llegada de los contenedores.
O que este viernes se apresta a recibir la visita del ministro de la Producción bonaerense, Javier Tizado, para recorrer las instalaciones y participar de la firma del dragado de profundización y mantenimiento a 50 pies.
Pero la política predominará en las líneas que siguen.
En Quequén, como en el resto de los consorcios portuarios de la provincia de Buenos Aires, es el gobernador (desde 2015, la gobernadora María Eugenia Vidal) quien designa al presidente de estos entes públicos de carácter no estatal que cuentan con un directorio “plural” que representa los intereses privados, gremiales y municipales, además de la provincia.
Rara vez –desde la entrada en vigor de la Ley de Puertos, en 1992– la administración de los puertos públicos recayó en manos de profesionales del sector o, al menos, con una mínima trayectoria en algún eslabón logístico del comercio exterior.
Por el contrario, los puertos públicos fueron tratados generalmente como una repartición estatal que la política debía administrar. Es decir, estos “by-pass” determinantes de la eficiencia logística del comercio exterior, botones críticos para apretar y bajar los costos, y potenciar así las oportunidades de los actores que trabajan allí (o generar nuevas a los que no saben siquiera que tienen un puerto a kilómetros apenas de sus fábricas o tranqueras) se rigieron por principios de gestión pública no especializada.
Es la política
Un puerto público puede ser fuente virtuosa de desarrollo. O fuente viciosa de involución. “Quequén es usado por la política, por su caja. La política pone presidentes en los puertos, y después los usa (a los puertos) para consolidarse políticamente en cargos mayores”, argumenta desde Necochea un analista político, consultado por Trade News.
Hay excepciones que confirman la regla: los puertos públicos, en manos políticas, no constituyen per sé garantía de gestión eficiente.
Tienden a ser administraciones orientadas a decisiones rápidas y coyunturales sobre cuestiones de largo aliento y estructurales. Y esas decisiones son hipersensibles a los intereses más fuertes (no necesariamente a los mejores) y se sopesan bajo la capacidad de oficiar como trampolín para nuevas gestiones políticas en otra área.
Salvo, claro está, por el caso de aquellos puertos que se rigen por un master plan: si fueran política de Estado, el paso de los gobiernos velarían por el cumplimiento a rajatabla de estos planes. También la experiencia demostró que los planes maestros portuarios brillaron más como políticas de Gobierno que como políticas de Estado.
Historia reciente de Puerto Quequén
A raíz de comentarios que surgieron de fuentes del propio gobierno provincial (“en Puerto Quequén hay cuatro candidatos a intendente de Necochea”), Trade News consultó a protagonistas de dicha localidad para corroborar hasta qué punto el puerto avanza por impulso de los actores privados, o por vocación de políticas partidarias.
Los primeros datos contundentes dan cuenta de que, en los últimos años, casi todos los presidentes del Consorcio compitieron por la Intendencia.
“Desde que se constituyó el Consorcio de Gestión del Puerto Quequén, siempre estuvo vinculado a la política, a diferencia de otros, como el de Bahía Blanca, que es el competidor más directo”, sostuvo una fuente desde Necochea que siguió de cerca estos procesos.
Que los presidentes de los consorcios sean designados por la gobernación bonaerense es, en apariencia, una mera formalidad legal, porque todo se decide más arriba, bajo la forma de “reparto”. Como los puertos históricamente nunca ocuparon un lugar estratégico en las plataformas y agendas de los gobiernos, los cuadros asignados no contaban con más credenciales que la “militancia política” local.
Quequén parece un caso paradigmático de puerto cooptado por esta regla política.
En campaña permanente
“Sucede desde la época de Ernesto Constanzo, que fue el primero que intentó hacer carrera desde el puerto para llegar a la Intendencia. Se notaba en las campañas: rompían marcas en términos de lo que Necochea estaba acostumbrada a ver”, relata un político bonaerense con varias elecciones encima.
Los botones de muestra son empíricos: los candidatos “portuarios” gastaban hasta 3 veces más en las elecciones legislativas (para concejales) que los otros candidatos, y hasta 5 veces más cuando el cargo en disputa era ejecutivo. O sea: candidato que participaba desde la presidencia del Puerto superaba por mucho los presupuestos de sus competidores.
“La desigualdad saltaba a la vista, sobre todo en la imposibilidad de llegar a los medios locales, que son la fuente principal de información en las ciudades del interior”, explica la fuente, tras agregar: “Como el Puerto suele ser un anunciante de peso y estable, si el candidato viene del consorcio, el contrincante no tiene chances prácticamente” para figurar en los medios locales.
“A veces (los presidentes de puertos que participan en campañas políticas) se pasan de rosca. Pero una cosa es cierta: ninguno sale desde ese lugar limpio”, asegura convencido una fuente consultada en off the record.
“¿Qué pasa con la caja del puerto, sus movimientos, su presupuesto?”, consultó Trade News. “Lo audita un organismo de la provincia, el Tribunal de Cuentas. Pero va y viene sólo, cuando tiene ganas”, relativizó la fuente consultada.
Caudillos
Al contrario de lo que sucede en Bahía Blanca, diferencian nuevamente, Quequén tiene un historial más turbio. Precisamente, de “puerto sucio”.
“Fueron distintas las variables que lo fueron transformando en eso, pero siempre lo primero fue la alta conflictividad gremial y el factor político. Hubo caudillos locales muy importantes y determinantes, como el senador provincial Miguel Ángel García y, más recientemente, Gerónimo “Momo” Venegas”, explica un analista provincial.
Venegas, el histórico dirigente gremial de los trabajadores rurales de UATRE, fallecido en 2017, impuso a su candidato, el actual presidente del puerto, Arturo Rojas.
“Esos caudillos son difíciles de correr en cualquier escenario. Siempre tuvieron mucho poder sobre el puerto. Y obstaculizaron su crecimiento profesional. Hoy hay ministros y funcionarios provinciales que están viendo de cerca los números de Quequén, la plantilla, los salarios… Muchos de los que trabajan en el puerto ganan más que funcionarios de mayor rango provincial”, advierte.
Además, el puerto genera “clima de negocios”. Semanas atrás en una presentación de turismo carretera, un corredor le agradeció a Rojas “por abrirle las puertas para conseguir los recursos” y así poder correr. El corredor fue Juan De Benedictis, y las puertas fueron de UATRE, según confirmó el propio Rojas.
El ford de De Benedictis tenía estampado un “Gracias Arturo Rojas” entre las publicidades típicas de estos autos. Por pedido del presidente del Consorcio, la leyenda fue removida semanas más tarde.
Presentación del Ford #157 ? pic.twitter.com/Hf1PNzirsL
— Juan De Benedictis (@jbdebenedictis) 7 de febrero de 2019
En la Casa Rosada
“La política portuaria y la administración del Consorcio no están en manos de la provincia de Buenos Aires. Está en la Casa Rosada”, manifestó otra fuente provincial, sin ocultar la resignación por la sumisión ejecutiva.
A Rojas hoy lo sostiene la UATRE, gremio del fallecido Venegas, fundador del Partido FE.
“A Vidal le soplaron la designación de quién tenía que ir al puerto. Vidal quería a otro hombre de Necochea, que venía del sector privado, José María Dodds (actual presidente del Puerto La Plata), pero Dietrich (Guillermo, ministro de Transporte) no quería, ni quiere, un enfrentamiento con UATRE. Esto viene de la época de Venegas, y no se rompió con la sucesión de Venegas tras su fallecimiento”, narra.
-¿Cómo se cambia esta dinámica?
-Cuando en la primaria (11 de agosto) pierda fuerza UATRE y se rompa el esquema, de manera que Vidal no tenga tantos condicionantes para distribuir las fichas de manera diferente.
“Pero te repito -insiste- del puerto se vive cómodo, se empapelan los medios, pero no se sale limpio”.
Semanas atrás, los diarios nacionales La Nación y Clarín mencionaron a operadores políticos y ex funcionarios portuarios de Quequén como parte de la investigación de la “ruta del dinero K” en una investigación judicial en marcha, que incluye la licitación de la terminal Sitio 0, que está judicializada por sospechas de “adjudicación directa”.
“Ecos Diarios (el principal medio de Necochea) desmintió a ambos medios con una nota que parecía redactada por el abogado de la terminal”, ampliaron desde Necochea.
Otros casos
Hace casi 10 años se repite esta situación donde el puerto se transforma en una gatera de la carrera política y vidriera de campaña.
En 2011, Constanzo presidía el puerto y perdió por algunos puntos la primaria del Frente para la Victoria (FPV) con Horacio Tellechea, que luego resultó electo intendente (y a los dos años destituido por causas de corrupción).
Constanzo, desde el Puerto, habría utilizado los recursos del consorcio para desplegar una campaña “fuera de lo común”.
En 2015 sucedió algo similar con otro presidente del puerto, Mario Goicoechea: también se postuló para la Intendencia desde el FPV. Su campaña también fue señalada como pomposa. La carrera quedó frustrada en la elección general, cuando quedó tercero, perdiendo frente al actual intendente Facundo López (Frente Renovador) y a Pablo Aued (Cambiemos).
Era la segunda vez que el salto desde el Puerto a la Intendencia se frustraba.
Goicoechea, no obstante, siempre siguió vinculado al Puerto. En 2017, creó la Cámara de Profesionales de Puerto Quequén (CAPROQ), para acompañar desde el sector privado “el crecimiento de Puerto Quequén”.
Rojas nombró a Goicoechea gerente general del puerto en mayo de 2018. Luego, en octubre del año pasado, Oscar Morán (también procedente de CAPROQ) se unió al Directorio del puerto.
Morán duró poco en el cargo –2 meses– porque CAPROQ decidió en diciembre cambiar su director en el consorcio: Goicoechea (que era gerente general) pasó a ser director ocupando el lugar de Morán. Un mes después, Morán era nombrado gerente general del Consorcio. Un enroque.
“Presenté mi renuncia como gerente y pedí licencia”, reconoció Goicoechea ante una consulta de Trade News, tras agregar: “Sigo en la nómina con un porcentaje del sueldo”.
Hay fuentes que advierten que la resolución que nombró a Goicoechea director del consorcio pasó por alto su situación de empleado de planta del ente, una desatención al artículo 20 de la ley 11.414 de “Normas sobre administración de puertos por entes de derecho público no estatales” de la provincia de Buenos Aires respecto de las “prohibiciones e incompatibilidades” para integrar el Directorio.
Dicho artículo destaca: “Los directores (de los consorcios) en representación del sector privado no podrán tener empleo o cargo público, remunerado o no, de carácter electivo o no, en la Nación, Provincias, Municipalidades o entes autárquicos o empresas del Estado nacionales, provinciales, municipales o mixtas…”.
Goicoechea respondió al respecto: “El puerto no es un empleo público ni (un ente) autárquico. El régimen de empleo (en el puerto) es privado”.
Puerto empleador
El Puerto, señalan siempre las mismas fuentes en reserva, es un gran “empleador público”.
En 2003, otro candidato a Intendente del “Momo” Venegas, Marcelo Rodríguez Olivera, perdió la elección frente al radical Daniel Molina. “Como premio consuelo y desde hace más de 15 años, es el abogado de la terminal portuaria y hoy, además de ser empleado jerarquizado de planta, es director en representación del intendente Facundo López”.
Aued, que integró la fórmula ganadora en las primarias de 2015 representando al Partido FE (el mismo de Rojas, el de Venegas) pero que perdió en las generales, pasó de la presidencia del Concejo Deliberante a ocupar un puesto jerarquizado como “jefe de área” en la planta del Puerto, en enero de 2017. Además, el director en representación de los gremios, Artemio Zufriategui, es también empleado en el consorcio. Y yerno de Venegas.
Rojas, el hombre fuerte del “Momo”, fue tres veces concejal. “Hubo una particularidad: faltando dos años para que concluya su segundo mandato reeligió por cuatro años más. Hoy también licenció sus últimos años como concejal de su tercer mandato para dedicarse tiempo completo a la presidencia del Consorcio. Y a la campaña para ser Intendente”, ilustra la fuente.
El ascenso de Rojas
Con la plataforma que le brindaba el Puerto, Rojas desplegó una campaña que ya era usual para todos los candidatos a cargos municipales que se desempeñaban como presidentes del consorcio portuario. Rojas le ganó en las PASO a Gonzalo Diez, referente de la UCR (que en las PASO de 2015 había quedado tercero). Pero lo hizo por una llamativa diferencia mínima.
El susto que pasó Rojas duró poco. Ganó luego las elecciones generales y se consolidó como candidato a Intendente.
Rojas, en una entrevista que concedió a Trade News, se desligó de las acusaciones que lo señalan “en campaña” alegando que forman parte del folclore político. “Yo hago política portuaria”, dijo, y así justificó los actos que tienen al puerto en el centro de la escena. Y reconoce que el límite entre la política portuaria, “incluyendo acciones con la ciudad”, y la “política de campaña” es muy fino.
Aduce, además, que todas las decisiones tomadas en el consorcio son “firmadas y avaladas por el Directorio”, y que desde que está en funciones “se redujo la dotación de personal total y las paritarias siempre estuvieron por debajo de la inflación”.
Hubo cambios en Puerto Quequén, comerciales, en la medida de sus posibilidades. Muchos observados y judicializados. Otros que no llegaron a la justicia y siguieron su curso. Otros que le dan, es cierto, negocios nuevos y posibilidades de crecimiento a partir de la diversificación.
Pero el cambio en la forma de hacer política no llegó todavía. Y nada indica que puerto y ciudad dejen de estar íntimamente ligados por la política.