“Los cambios generan incertidumbre. No hay razón para la preocupación que tienen (los trabajadores), porque compartimos la misma preocupación de mantener las fuentes de trabajo”, dice Gonzalo Mórtola, interventor del Puerto Buenos Aires, y agrega que la demora en las definiciones obedece a que “se está buscando el equilibrio” y a que “el proyecto fue mutando, y pasamos de una licitación de 25/30 años a una de 50 años”.
Puerto Buenos Aires contrató de manera directa a la división logística de la española Indra (ALG) para que redacte los pliegos. ALG tiene 8 meses para hacerlo, es decir, hasta agosto. Mórtola dijo que en mayo podrían estar listos.
Los gremios agrupados en Fempinra hicieron una asamblea la semana última, previa al paro del jueves. Se declararon en estado de alerta y movilización, realizarán otra asamblea mañana y advirtieron que “se viene un paro general del comercio exterior”. Esto es, si no tienen garantías de que se conservarán los 3500 puestos de trabajo directos e indirectos en las nuevas concesiones. Mórtola aseguró que “esta semana o a más tardar la que viene, se firmará el acta” de compromiso.
Pero los gremios no le creen al gobierno.
Tienen su propia agenda: el conflictivo SUPA (Estibadores), tiene elecciones en junio donde el histórico Juan Corvalán juega su continuidad. En mayo arrancan unas paritarias con futuro sombrío ante terminales en salida y un comercio exterior que no repunta. Está en juego la solidaridad: ¿cuánto resistirá el apoyo al reclamo de Buenos Aires de los trabajadores de Exolgan o Tecplata, que lleva un año con las puertas cerradas?
Las bases presionan. El Gobierno asegura que el diálogo es permanente. Los gremios ven hermetismo y muchas idas y vueltas sobre el futuro del puerto.
Los secretarios generales transmitieron a la asamblea “los borradores, no definitivos” de lo que se viene: dársenas a, b y c para una terminal de pasajeros, d y e una terminal de contenedores y una “isla” de entre 13 y 40 hectáreas con la tierra extraída de las obras del Paseo del Bajo. “No nos cierra”, dijo Roberto Coria (Guincheros).
“No paramos colectivos, ni subtes, ni trenes, pero manejamos la entrada y salida de las riquezas del país. Vamos a ver después cómo carajo hacen para desarmar el quilombo”, vociferó Raúl Huerta (Marina Mercante), tras advertir: “Si no aseguramos las fuentes de trabajo se viene el paro general del comercio exterior”.
El Gobierno irradia mucho optimismo por el futuro del puerto y destaca el enorme interés inversor. Los trabajadores no comparten el entusiasmo.
La industria marítima llega al zenit de la consolidación. Buenos Aires protagonizará esa concentración. Menos buques (más grandes), menos recaladas y terminales más modernas y más automatizadas. Difícil otro correlato que la baja de la plantilla laboral.