Coronel Rosales, el puerto por el que ingresa el 50% del crudo al continente para su posterior refinación, es tal vez el mejor secreto portuario guardado por la provincia de Buenos Aires. Con 9,5 millones de toneladas movidas cada año, es el tercer puerto provincial, detrás de Bahía Blanca y Dock Sud.

No porque la administración bonaerense desconozca los beneficios que le reportaba sus aportes al Fondo Provincial Portuario -un ascensor que sólo subía-, sino porque su reciente autarquía derivará en una transformación de un puerto olvidado por las ya clásicas gestiones políticas de los puertos públicos, que le permitirá multiplicar y diversificar la oferta de servicios a los buques que operan en la región.

Puerto Coronel Rosales ya es un consorcio de gestión autónomo en decisiones de gestión, promoción e inversión, siguiendo el camino que ya recorrieron Dock Sud y San Nicolás, de la mano del impulso reciente dado por la gestión el ministro de la Producción, Javier Tizado, por indicación de la gobernadora María Eugenia Vidal.

Política

Guillermo Burgos con el subsecretario nacional de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante, Mariano Saul

Guillermo Burgos, el delegado provincial a cargo del puerto, contó en diálogo con Trade News el proceso administrativo que no estuvo exento de una gestión política, sin la cual la emancipación no hubiera sido posible: sin diálogo fluido, por un lado, con el Consorcio de Gestión del Puerto Bahía Blanca (hermano mayor a 20 kilómetros de Rosales) y con el intendente de Punta Alta, la burocracia hubiera enterrado toda intención de avance.

“Este es un puerto superavitario. Y todo ese superávit sube al fondo portuario, que no siempre baja como debería como inversión portuaria”, reconoció Burgos, confirmando una situación que se repetía en varias delegaciones, como la de Dock Sud.

Con la autonomía lograda, Rosales buscará el desarrollo operativo y comercial de la mano de un plan director y de negocios para ampliar las actividades por prestarse en el muelle, y recibir inversiones. Para ello, un paso fundamental es lograr la certificación que los habilita como puerto. “Tuvimos todo el apoyo de la Subsecretaría de Puertos (Vías Navegables y Marina Mercante), y ya nos dijeron que estamos muy cerca”, indicó Burgos.

Complemento

La sintonía lograda con Bahía Blanca es otro de los aspectos excluyentes del presente de Rosales, que le augura además un futuro próximo auspicioso: “Vamos a buscar la complementariedad. Tenemos perfiles diferentes y queremos trabajar en lo que Bahía no hace, como la pesca de mediana altura, los poteros o las reparaciones a flote. Por ejemplo, Conarpesa ya nos trajo 17 barcos, de los cuales 5 tuvieron una reparación extensiva y generamos 51 millones de pesos de recaudación. Queremos ampliar estas operaciones y ofrecerle a las líneas reparaciones navales a flote, desguace de barcos y carga y descarga de pescado”, resumió el funcionario.

En esa línea, Coronel Rosales dejó su carpeta en la Cámara de Armadores de Poteros Argentinos (CAPA) y en la Cámara de Armadores de Buques Pesqueros de Altura. “Argenova ya renovó barcos con nosotros y Patagonia Fishing es otra, que sigue operando”, ejemplificó.

Además, se posicionará de otra manera para la Zona Franca de Bahía Blanca-Coronel Rosales, una de las más pujantes del país de la mano de la recepción de aerogeneradores para los parques eólicos que están transformando la matriz energética hacia fuentes renovables, y siempre con la expectativa de los volúmenes que seguirá generando el petróleo y gas no convencional que se explora y extrae en Vaca Muerta.

Las monoboyas

Probablemente el gerenciamiento consorciado torne más eficiente la radicación de nuevas actividades. Toda diversificación planificada es útil en cuanto ayuda a reducir la dependencia. En el caso de Rosales, los nuevos negocios buscarán complementar el as bajo la manga: las monoboyas.

“Las dos monoboyas (Punta Cigüeña y Punta Ancla) pertenecen hoy a la alemana Oil Tanking y, en menor parte, a YPF. En ellas operan los buques tanqueros que vienen del sur, cada uno con aproximadamente 60.000 toneladas de crudo convencional, pero cada monoboya puede cargar y descargar cualquier hidrocarburo. En un día y medio descargan las 60.000 toneladas”, explicó Burgos.

Cada monoboya está unida a los depósitos en tierra por un oleoducto subterráneo de un kilómetro de largo, el producto del bombeo se almacena en tanques que suman una capacidad de 480.000 toneladas. Desde allí, se acoplan al oleoducto que viene de Neuquén y que tutela Oldelval (Oleoducto del Valle), para luego subir hasta bifurcarse en Brandsen: uno se dirige a Campana y el otro desvía a La Plata y Dock Sud.

Tarifas

Una de las asignaturas del nuevo consorcio será seguramente revisar y crear nuevos cuadros tarifarios. Por ejemplo, Oil Tanking paga un canon sobre la base de los 12.000 metros cuadrados del espejo de agua afectados a la operación.

Ese canon, depositado en una cuenta recaudadora a cientos de kilómetros de Rosales, es fijo y obedece a un contrato que ya lleva 26 años, con el consabido desfase. En tanto, el canon variable en función de la cantidad de crudo operada no tiene la significación proporcional a la importancia estratégica que tiene para la provincia de Buenos Aires el ingreso del 50% del crudo de todo el país. Las tarifas que hoy se perciben redundan en simbolismo.

“Este ha sido un puerto olvidado, por años. Los contratos estaban mal hechos, y a nadie le importaba. La relación con la ciudad (Punta Alta) dependía del color político del intendente y el delegado provincial. Algo inédito en 30 años es la excelente relación que tenemos con el consorcio de Bahía Blanca… No había ni diálogo antes”, destacó Burgos.

Coronel Rosales nace como consorcio. Ahora depende más que nunca de sí mismo.