Cada vez que la Argentina enfrenta un plus adicional de presión sobre el dólar, son las empresas –que necesitan insumos importados para elaborar productos localmente– las que más lo sienten.
Los tiempos de pago de compromisos de deuda, y las épocas de escasez de divisas por falta de liquidación de exportaciones (ante evidente expectativa devaluatoria), derivan casi de manera automática en una mayor administración de las importaciones, principales demandantes de dólares.
Días atrás, el Gobierno echó mano al régimen de licencias de importación y modificó el trámite para numerosos productos: si bien algunas pasaron no automáticas a automáticas, son más las posiciones arancelarias que deberán ahora solicitar autorización y completar datos. Y esperar.
SIMI
Pero incluso antes de este panorama, numerosos importadores están advirtiendo sobre llamativas demoras en el funcionamiento del Sistema Integral de Monitoreo de las Importaciones (SIMI), el esquema creado por la administración anterior para reemplazar el régimen de declaraciones juradas anticipadas de importación (DJAI).
Incluso, son preocupante la situación de aquellas SIMI que, habiendo sido aprobadas, debieron ser anuladas y reemplazadas por demoras en los embarques de origen producto de la pandemia. No estarían teniendo contemplación con esta situación.
La cuasi inactividad del sistema (autorizaciones que no salían, correos electrónicos que no se respondían) encontró primero explicación en las restricciones de movimiento de personas establecido por el aislamiento social.
Desequilibrio
Pero no parece haber un equilibrio entre la prioridad de resguardar la salud de las personas que se desarrollan en la Administración pública con la necesidad de mantener el flujo del comercio exterior: importaciones esenciales.
Confluye así la restricción de dólares a un tipo de cambio que “le cuesta” al Gobierno (el oficial, que usa la importación) por los compromisos de deuda, las menguantes reservas y la falta de dólares de exportación con la pandemia que impuso un freno a todo.
La crisis económica siempre deja al descubierto las presiones de los grupos que fabrican localmente y compiten con algunos importados. La natural protección que se activa suele ser generalista, universalizando un bloque incluso de importaciones sin competencia local.
Sin competencia local
El ejemplo más claro es siempre el de los neumáticos, que se destaca entre el centenar de licencias bloqueadas o demoradas.
Si bien la Argentina cuenta con fabricación nacional de neumáticos, estos se reducen a la oferta de productos para autos, camionetas y camiones. No así para motos, maquinaria vial y maquinaria agrícola que son, principalmente, los productos afectados.
Consultada la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), reconocieron que “hay demoras llamativas” y que “los reclamos son diarios”. Si bien advierten que sorprende el bloqueo en el flujo de productos que no tienen fabricación nacional, concedieron que “la restricción de personal incide” en la lentitud y descartan que se esté ante una decisión política de restricción de importaciones en general.
Voluntad
“Hay voluntad de solucionarlo. Así nos lo manifestaron repetidamente”, señalaron fuentes de la entidad.
Los importadores a la espera de aprobación de las SIMI deben solicitar información por correo electrónico a contactoce@produccion.gob.ar y a pymesc@produccion.gob.ar.
Pero la realidad indica que estos correos no se responden, o son tantos que demoran la respuesta y lo que los importadores temen no es que se esté ante una carga burocrática sino ante lisa y llanamente una política de no autorizar más importaciones para cuidar los dólares.
Temor
Confirma el temor la historia conocida: los productos ahora demorados son los que siempre encontraron dificultades en el pasado en situaciones similares. Neumáticos a la cabeza…
“Hay neumáticos agrícolas que se venden como equipo original de los fabricantes nacionales de maquinaria. Lo mismo pasa con los neumáticos de motos, que no tienen fabricación nacional”, advirtieron fuentes del sector.
Intermedios y de capital
Pero la lista es amplia, y si bien hay bienes de consumo, lo llamativo son los bienes de capital e insumos intermedios sin respuesta oficial. Por ejemplo, los autoelevadores. O las válvulas, o envases para la industria alimenticia, o insumos para la reparación de plantas industriales que entran en “paradas anuales” de mantenimiento, .
En todos los casos pareciera que las distintas versiones de un mismo producto son todas afectadas si hay al menos un modelo de fabricación nacional, sin importar que otros usos se vean afectados.
“No es que no haya aprobación, hay una lentitud preocupante, y las demoras en algunos casos llegan hasta los seis meses”, señalaron.