A pesar de ser uno de los países con una de las legislaciones más antiguas en zonas francas, la Argentina fue sede de dos eventos internacionales de relevancia en la materia: el primero, como evento paralelo a la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en diciembre de 2017; y esta semana, con el Summit 2019, a cargo de la oficina de Sudamérica de la Organización Mundial de Zonas Francas (WFZO).
Lisandro Ganuza, integrante del directorio de la WFZO y presidente de la oficina sudamericana, definió a las zonas francas como aquellas áreas “designada por uno o más gobiernos donde la economía y actividades -de producción o comercio de bienes físicos o virtuales- están permitidos o liberados, total o parcialmente, de los derechos de aduana, impuestos y tasas”.
Martín Araujo Ibarra, vicepresidente de la WFZO, destacó que los enclaves conforman “el mayor sitio de facilitación del comercio internacional en todo el mundo”.
Facilitación del comercio, por un lado, y exenciones impositivas en un marco de presión fiscal asfixiante, por el otro, son para la Argentina el vehículo tal vez más propicio para lograr lo que el ministro de la Producción, Dante Sica, y la secretaria de Comercio Exterior, Marisa Bircher, se propusieron: triplicar las exportaciones argentinas en los próximos 12 años.
Cadenas globales de valor
La Argentina no ingresó en la senda del desarrollo e integración al mundo que garantizan las zonas francas porque su normativa es previa a la Organización Mundial del Comercio (OMC). “Las zonas francas tuvieron su mayor auge luego de la creación de la OMC con el concepto de las cadenas globales de valor”, señaló Ibarra. Se pasaron de 500 a 3500 zonas en más de 180 países.
“Sin las zonas francas, que garantizan neutralidad procedimental y fiscal en los saltos entre países de las materias primas, las cadenas globales de valor no serían posibles”, sintetizó el referente colombiano.
Gustavo González de Vega, presidente de la Asociación de Zonas Francas de las Américas (AZFA), remarcó el auge de las zonas francas en la Argentina: “Hasta hace 3 años no había escuchado mucho de las zonas francas en la Argentina, pero ya es la cuarta vez que vengo para hablar de la importancia que tienen para la apertura de la Argentina, donde es obvia la voluntad de apertura comercial”.
González puntualizó que las zonas francas son “importadores de inversión y nuevas tecnologías”, pero recordó que a la Argentina “la falta la renovación normativa”. “España misma acaba de introducir cambios”, destacó, en alusión a que los avances tecnológicos, los desarrollos en blockchain y las innovaciones necesarias para “aliarse con la seguridad” son permanentes y merecen revisiones regulares.
Corset normativo
A propósito, Marcelo Leite, presidente del consorcio Buenos Aires Zona Franca La Plata, manifestó que el país “tiene una de las estructuras normativas más obsoletas del mundo, con 25 años sin modificaciones”.
“Es un corset que no nos deja desarrollarnos, no obstante, no es casualidad que en menos de 1 año dos eventos internacionales se haya desarrollado en Buenos Aires: demuestra el sendero y cómo la comunidad del comercio exterior tomó consciencia de que éste es el camino”, agregó.
Tal como en diciembre último, Pablo Lavigne, subsecretario de Facilitación del Comercio, representó al Gobierno en el Summit de Buenos Aires. “Tantos eventos internacionales en Buenos Aires reflejan que uno de los pilares fundamentales del Gobierno es la integración al mundo”.
Lavigne reconoció que “las zonas francas son la herramienta de desarrollo” y que la normativa necesita actualizarse.
“Hay que entender que la composición del Congreso (necesario para modificar la actual ley) nos impide ser osados en los cambios. No obstante, avanzamos en un proyecto superador, para cuando el ámbito legislativo nos de la posibilidad” de debatirlo, agregó.
“Todo el equipo del Ministerio (de Producción) está tomando nota de las mejores prácticas para que, si es posible en breve, se trate el proyecto de ley que libere el potencial perimido (de las zonas francas)”, amplió.
Pidió un “poquito de paciencia” dado que “la integración al mundo es una cuestión cultural, tenemos que entender que es comerciando y compitiendo que los países se desarrollan”, reflexionó el funcionario.