José Antonio Viera-Gallo describe diplomáticamente las diferencias entre la gestión kirchnerista y la macrista: “En estos dos años hubo un nuevo impulso a la relación. Hay un enfoque más parecido en lo que se refiere a temas internacionales, de diplomacia internacional”, dice durante la entrevista con Trade News que se realizó en su último día como embajador de Chile en la Argentina.
Político (fue diputado, senador y ministro durante el primer gobierno de Michelle Bachelet), fue nombrado al frente de la sede diplomática de Buenos Aires en junio de 2015, durante el segundo gobierno de Bachelet.
-Llegó al final del kirchnerismo y se va justo a la mitad del gobierno de Macri. Los analistas marcan la diferencia de estilos entre las dos administraciones, ¿impactó eso en la relación bilateral?
-Las relaciones siempre fueron muy buenas, tanto con el gobierno de Cristina Fernández como con el actual. Hubo un momento tenso en el período anterior, cuando lo del gas, pero fuera de eso siempre hubo buenas relaciones. Prueba de eso es que en 2009 Cristina Fernández y Michelle Bachelet firmaron el tratado de cooperación que creó los ocho comités de integración fronterizos de provincias con regiones que ha funcionado muy bien.
Evidentemente había puntos de divergencia -no de conflicto-, dado que había esquemas políticos, sobre todo económico-sociales muy diferentes. Eso paralizó bastante el comercio sobre todo a partir de 2012. Y también había algunas diferencias, hubo en algunos momentos algunas diferencias diplomáticas de enfoques de problemas.
-¿Cuáles por ejemplo?
-Diría que teníamos una actitud más abierta hacia la idea del libre comercio porque pensamos que las reglas concordadas que regulan el comercio benefician a los países más débiles, son mejores para los países de relativo desarrollo. El gobierno de la presidenta Cristina Fernández tenía otra visión al respecto.

El embajador de Chile, José Antonio Viera Gallo señaló que con la gestión de Crsitina Kirchner “había puntos de divergencia -no de conflicto-, dado que había esquemas políticos, sobre todo económico-sociales muy diferentes”
-¿Puede haber más coincidencias con el gobierno actual?
-Claro, pero también es verdad y recuerdo a la presidente Cristina Fernández participando en el Foro de Gobiernos Progresistas en Chile, donde también estaban el vicepresidente Biden de Estados Unidos; Gordon Brown, ex Primer Ministro del Reino Unido; el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, el mandatario brasileño Lula Da Silva y Bachelet.
Después el gobierno de Cristina Fernández también hizo un giro hacia otro tipo de contactos internacionales. Hubo durante su período -que fue prolongado- momentos de mayor acercamiento y momentos de distancia. Nunca de conflicto.
En estos dos años hubo un nuevo impulso a la relación. Hay un enfoque más parecido en lo que se refiere a temas internacionales, de diplomacia internacional y esto quedó muy emparentado al apoyo que dimos al ingreso de la Argentina a la OCDE, la invitación del gobierno de Macri para que Chile participe de la cumbre del G20 y el acercamiento del Mercosur con la Alianza del Pacífico.
-¿Y la firma del TLC que se concretó en diciembre?
-Claro, y también el acuerdo de complementación de energética.
-¿Qué le produjo mayor satisfacción en su gestión como embajador y que se lleva como el pendiente más importante?
-¿Satisfacción? El Acuerdo de Complementación Económica y Libre Comercio, que cuando lo ratifiquen los dos parlamentos generará un cuadro que permitiría la colaboración de empresarios de ambos lados de la cordillera con miras a conquistar nuevos mercados. Lo que queda pendiente es la licitación del túnel de Agua Negra (San Juan) y la del túnel de Las Leñas (Mendoza), pero espero que se concreten pronto.
-Chile debe ser el país con el que compartimos mayor cantidad de pasos fronterizos…
-Sí, lejos. Priorizados son 26.
-¿Cuántos son los legales y los ilegales?
-No sabría decir cuántos son los ilegales pero los legales priorizados son 26.
-Ese ha sido un punto de encuentro y desencuentro al mismo tiempo. Ultimamente, a raíz del conflicto mapuche el tema volvió a cobrar protagonismo.
-Ocurre para que estos pasos funcionen óptimamente requerían una inversión grande de parte de los dos países que se estima en alrededor de US$3000 millones. Inversiones para infraestructura, pavimentación, en un sistema de computación más moderno, etc. Además lo que los dos gobiernos debieran hacer -y tanto Macri como Bachelet lo dijeron- es buscar una estructura administrativa más coordinada en los servicios que operan el flujo a cada lado. Son tres servicios por país, autónomos o que dependen de ministerios distintos. En el caso chileno el coordinador del paso no tiene mando real sobre los servicios. Es todo bastante complicado. Esperemos que eso se haga.
Con el viaje del Papa Francisco a Chile se hizo un esfuerzo grande por parte de los dos países y en los pasos donde estaría el Papa se implementó un “sistema excepcional” que funcionó perfecto.
-¿Y no es posible hacer que ese sistema funcione normalmente?
-Es lo que digo. Si hay voluntad política se puede hacer. La visita del Papa demostró que se puede, eso requiere un esfuerzo administrativo.

Para Viera Gallo, uno de los pendientes más importantes de su gestión como embajador chileno es la concreción del Túnel Agua Negra, en San Juan
-Más allá del esfuerzo administrativo, refiriéndose al tema de la crisis mapuche, ud dijo que creía que lo que le falta entre los dos países es básicamente compartir información, éxitos y fracasos para mejorar la gestión de una problemática común. ¿No cree que en rigor eso le hace falta a la relación bilateral en general? Se declama mucho que somos vecinos privilegiados, amigos y hermanos, pero aún subyace un grado importante de desconfianza entre los dos países. ¿Será por eso que se no logra avanzar con la integración productiva o el mejoramiento en los pasos?
-Creo que eso se ha vencido, lo que pasa es que los dos países tienen agendas muy exigentes a nivel nacional. Hacer lo que decía supone una voluntad real de sentarse e intercambiar experiencias, pero al mismo tiempo las autoridades que tienen que hacer eso en el caso chileno están muy exigidas por el día a día del llamado conflicto mapuche.
Son Estados que están muy tensionados porque se trata de políticas públicas exigentes. Entonces hay que distraer energía y tener fuerza para poder hacerlo. Sin embargo, en alguna materia lo hacemos. Por ejemplo en narcotráfico y prevención de droga hemos avanzado. Con algunas provincias se hizo intercambio a nivel policial y fue muy fructífero.
-Su relación con la Argentina es muy especial, de hecho parte de s formación académica la hizo en nuestro país (su padre era diplomático y la familia vivió aquí). Ahora suma la experiencia como embajador lo que le permitió tener contacto directo tanto con la clase política como empresarial. ¿Qué se necesitaría para cerrar una alianza bilateral estratégica desde el punto de vista comercial y político?
-Creo que eso está en formación. Hemos pasado de la idea de tener buenas relaciones a la de una alianza estratégica -que algunos llamaban convergencia en la diversidad-, a la idea de que tenemos un proyecto compartido y que es muy difícil pensar en el desarrollo de uno de los países sin que sea de la mano del otro. Eso me parece que está en la agenda del futuro y por eso se formó un grupo de trabajo que piensa en la relación argentina al 2030 buscando la agenda emergente.
Pero esto requiere no sólo voluntad política que lo sustente sino compromiso real del tiempo, de trabajo, esfuerzo. A veces es absurda la distinción entre política interna y política exterior. Hay temas de política exterior que a veces pasan y son muy relevantes para la política interna.
-¿Cómo fue el proceso en Chile para lograr el apoyo en pos de una apertura con el mundo como la que alcanzaron (tienen tratados comerciales con más del 80% del PBI del mundo) teniendo en cuenta los costos políticos y sociales que eso implica hacia adentro? Al gobierno de Macri, que en teoría tenía muy buena llegada con los empresarios, está teniendo enormes resistencia, empezando por la UIA.
-Son países de dimensiones diferentes, donde el grado de industrialización es distinto y más o menos difuso en el territorio.
No hay posibilidad alguna de que los países se cierren. No digo que están condenados, pero sí llamados a participar de un mundo que hoy es global. El tema es como lo planteó el gobierno argentino desarrollar una inserción inteligente. Ahí hay que compatibilizar intereses. Obviamente algunos se benefician más que otros con la apertura, y ese es el arte y el desafío de la política. Lo que es imposible es creer que todo esto se puede hacer sin tener costos. Hace poco vi una caricatura en El País de España que decía: Quiero el aire limpio pero no me quiero deshacer de la basura. Eso no se puede. Uno no puede tener todos los beneficios de la globalización y no pagar ciertos costos. Es la política de cada país la que tiene que ver cómo lo hace.
-¿Cree que será aceptado el TLC que se firmó en diciembre, en el que Chile se propone como plataforma para que productos argentinos salgan al mundo pero a la vez muchos especulan con que eso puede significar la apertura de una gran puerta para el ingreso de productos importados?
-En el caso del nuevo acuerdo comercial no es que llegará a la Argentina una cantidad enorme de productos. Esos productos si no son chilenos -productos o servicios- no están comprendidos en el tratado. Lo que significa es que Chile brinda la posibilidad de que si un producto argentino tiene algún grado de procesamiento en Chile puede acceder a una enorme cantidad de mercados con arancel cero.